Philipp Mimke, miembro de
En estos últimos años, la contaminación por plaguicidas ha aumentado considerablemente alrededor de Capanema. Obviamente, la culpa de esto no es de los agricultores ecológicos, que no utilizan ningún producto químico, sino del empleo masivo de endosulfán en las plantaciones vecinas. Grandes cantidades de esta sustancia tóxica se evaporan y se depositan posteriormente sobre los campos limítrofes. Las estrictas normas de la agricultura ecológica prohíben vender la cosecha en esas condiciones, lo cual lleva a la ruina a los agricultores.
En consecuencia, los pequeños campesinos de Capanema han emprendido una iniciativa para pedir al gobierno brasileño que prohíba de inmediato tres productos tóxicos: el endosulfán, el paraquat y el metamidofós. El año pasado Brasil importó 2000 toneladas de endosulfán. Sólo en la comunidad de Capanema se han utilizado más de cinco toneladas, el doble que en los años anteriores. «Brasil se ha convertido en un auténtico basurero. Todos los plaguicidas problemáticos que no se pueden vender en ningún sitio vienen a parar aquí», denuncia Rosany Bochner, toxicóloga del instituto brasileño Fiocruz.
La empresa suiza de comercio justo gebana ha analizado la soja cultivada ecológicamente en Capanema y ha encontrado 0,05 ppm de endosulfán, cantidad sin duda muy por debajo del límite legal de 0,5 ppm, pero no obstante demasiado elevada para un producto ecológico. Los campesinos que cultivan sus campos siguiendo estrictamente las normas de la agricultura ecológica pierden así su medio de subsistencia. Por este motivo, gebana ha lanzado la campaña «Chega», que significa «¡Basta!».
El endosulfán está prohibido en 60 países, y en Alemania desde hace 20 años. Sin embargo, Bayer sigue exportando su plaguicida. Este producto también se fabrica en China, India e Israel. Actúa atacando el sistema nervioso y los riñones, altera la circulación sanguínea y continuamente está provocando nuevas muertes. El 99% de los accidentes relacionados con el endosulfán se producen entre l@s trabajador@s agrícolas del «Tercer mundo», ya que no disponen de las prendas protectoras necesarias ni entienden las advertencias impresas en el envase del producto. Si este producto se incluyera el año que viene en la lista del Convenio de Estocolmo, quedaría prohibido en el mundo entero.
Fuente: www.ecoportal.net