Una breve reseña histórica no permite conocer que de este título de
San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: “María Auxiliadora, rogad por nosotros” y repite: la virgen es “auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación”.
En el año 1572, el Papa San Pío Quinto ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanías la advocación “María Auxiliadora, rogad, por nosotros”, porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de Lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.
En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a
Inesperadamente el Sumo Pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo; desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.
Pero sin duda fue San Juan Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad, “No he sido yo, ha sido