En la Argentina se utilizan 160 millones de litros de este producto por año y se aplica en casi 30 millones de hectáreas, entre diferentes cultivos, no sólo soja.
El informe, al que accedió LA NACION, es una revisión crítica de trabajos científicos sobre el glifosato a nivel internacional, y esa tarea de análisis de la literatura fue llevada adelante por una decena de especialistas que integran el Consejo Científico Interdisciplinario, creado en el ámbito del Conicet. Allí figuran ingenieros agrónomos, médicos, toxicólogos, bioquímicos y químicos, además de especialistas en biología.
El trabajo se conoce cuando sólo faltan días para que, con relación a este tema, se expida la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos, un organismo creado en el ámbito del Ministerio de Salud por decreto de la presidenta Cristina Kirchner y en el que también participan organismos como la Secretaría de Ambiente y la Secretaría de Agricultura, entre otros organismos.
«En la Argentina se han hallado vestigios de glifosato en granos de soja almacenados en silos, no así en harinas ni en aceites. Si se efectuara un uso responsable del herbicida, el consumo de alimentos y agua de bebida que contuvieran residuos de glifosato y su metabolito no implicaría riesgo para la salud humana», se lee en una de las conclusiones generales del Consejo Científico Interdisciplinario. Se aclara, no obstante, que los datos sobre intoxicaciones agudas indican que la ingesta en grandes cantidades con fines suicidas puede provocar la muerte.
Antecedentes
La polémica en torno del glifosato se desató en abril pasado, cuando trascendió a la prensa un estudio de Andrés Carrasco, del Laboratorio de Embriología Molecular del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, sobre el supuesto trastorno para la salud humana que produce el glifosato. Carrasco había trabajado sobre embriones de anfibios. En ese momento, en diálogo con LA NACION, Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, dijo que resultaba «prematuro extrapolar esos hallazgos a lo que ocurre en los seres humanos».
Sin nombrarlo a Carrasco, en una reciente disertación en un congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), el ministro Barañao expresó: «Comunicar la información preliminar de una investigación científica en un medio masivo es poco ético, y preocupa la aparición de un discurso que ya no es ecologista, sino que es antitecnológico y anticientífico», agregó.
Recientemente, la diputada nacional Julia Perié (FPV-Misiones) presentó un proyecto en la Cámara baja para que se prohíba el herbicida.
Relación difícil
En otra de las conclusiones generales del Consejo Científico Interdisciplinario se advierte que es «difícil» establecer una relación causa-efecto entre el producto y defectos de nacimiento y anormalidades en hijos de aplicadores de glifosato en el campo. «Si bien se ha señalado un aumento en la incidencia de aparición de defectos de nacimiento y de anormalidades en el desarrollo de hijos de aplicadores de glifosato, es difícil establecer una relación causa-efecto, debido a interacciones con agentes ambientales (generalmente mezcla de sustancias) y factores genéticos», sostiene. También se estima que «los estudios epidemiológicos revisados no demuestran correlación entre exposición al glifosato e incidencia de cáncer».
Por otra parte, en el trabajo de revisión sobre la literatura del glifosato se menciona que «en presencia de glifosato o del producto formulado se alteran las estructuras del ADN de células de mamíferos, siendo las concentraciones de efecto improbables de hallarse en medios biológicos humanos, con lo cual se estima que no existiría riesgo significativo para la salud humana».
Fuente: La Nacion