Esta situación traerá como consecuencias riesgo de inundaciones, plagas y granizo en el área agrícola nacional.
El comportamiento normal hubiera sido que el fenómeno se dispersara en marzo, pero en cambio «conservará su categoría de El Niño por lo menos hasta junio de 2010 y debe preverse un otoño más lluvioso y cálido que lo normal»., según Sierra.
«Debido a que muchas cuencas se encuentran saturadas a causa de las abundantes lluvias ocurridas durante primavera y verano y ya no pueden absorber nuevos aportes hídricos, es muy alto el riesgo de que las precipitaciones sobre lo normal, que se esperan para los próximos meses, causen inundaciones», dijo.
Paralelamente, se mantendrá el riesgo de olas de calor con posibles golpes de sol que, al mismo tiempo incrementarán la evapotranspiración, «perjudicando el equilibrio hídrico de los cultivos».
No obstante, es poco probable que las heladas se manifiesten en forma temprana debido a la humedad.
En cambio, en Cuyo y el sudoeste de la Región Pampeana , donde la reposición de las reservas de humedad de los suelos ha sido incompleta, las heladas podrían manifestarse en forma temprana, y afectar los cultivos estivales sembrados en forma tardía
Es muy probable que en la mayor parte del área agrícola nacional continúe un escenario de excesos hídricos salvo en el sur de Buenos Aires y otras zonas.
«Se presenta una situación que exige el máximo cuidado en la toma de decisiones y en su puesta en práctica, ya que se conjuga una difícil situación económica y política», sostuvo Sierra en el informe.
El proceso agroclimático previsto durante la campaña agrícola 2009/2010 puede dar inicio a un período favorable para la producción agropecuaria.
Las reservas de humedad que serán aportadas por las lluvias abundantes, que se esperan hacia el fin del verano, darán condiciones favorables para la implantación de la cosecha fina 2010.
«Si se las administra con cuidado, facilitarán la siembra de la cosecha gruesa 2010/2011», advirtió el experto.
En lo que hace a los riesgos agroclimáticos, se producirá un marcado cambio ya que la sequía y las heladas, que predominaron durante las campañas 2007/2008 y 2008/2009, dejarán de constituir las principales amenazas.
Por su parte, el panorama sanitario, que estuvo muy tranquilo durante las campañas agrícolas 2007/2008 y 2008/2009 debido a la sequía, pasará a mostrar condiciones cálidas y húmedas, muy conducentes para el desarrollo de enfermedades y plagas.