Sin embargo, descubrieron que los buenos resultados eran consecuencia de una reacción de las plantas a un estrés causado por los fertilizantes.
Según explicó Rubén Pilatti, profesor de
Citrus estresados
La producción de frutos de citrus se define en la floración de primavera. En este sentido, la hipótesis del equipo de Pilatti era que en invierno el suelo no posee la temperatura adecuada para que las raíces absorban eficientemente los nutrientes. Es por eso que supusieron que si le suministraban nitrógeno a las hojas, donde la temperatura es superior, se podría determinar una mejor producción.
Los resultados fueron los esperados: luego de tres años de pruebas en mandarinas y naranjas observaron que el método funcionó y la producción mejoró hasta un 30 por ciento.
Sin embargo, luego de las pruebas los investigadores observaron que la hipótesis de partida era errónea, ya que nuevos estudios internacionales demostraban que el nitrógeno en las hojas en esas dosis no sólo sirve para la producción de fruta, sino que además causa un “estrés” a la planta que conduce a una mayor floración. “Como medimos la producción, pero no la fase intermedia, convalidamos nuestra hipótesis: la verdad científica es que el método funciona no porque al cultivo le falte nitrógeno, sino porque a través de la fertilización con urea, que contiene ese nutriente, le estamos produciendo un estrés con amoníaco y la planta responde aumentando la cantidad de flores. Es una reacción similar a la que producen las bajas temperaturas del invierno o el estrés hídrico”, destacó.
El equipo concluyó entonces en que la tecnología sirve para el aumento de la producción, pero no debe ser pensada como un complemento de la fertilización del suelo, sino como un “estímulo”, lo cual implica que las dosis de fertilización necesarias podrían ser aún más bajas que las previstas.
Menor contaminación
Pilatti aseveró también que la fertilización foliar es una metodología que a nivel mundial está reemplazando en parte, la aplicación en suelo, que según las dosis y lluvias puede contaminar las napas freáticas. En la provincia de Santa Fe la cantidad de hectáreas dedicadas a la producción de citrus es muy baja comparada con zonas de Entre Ríos y Corrientes y, por ende, la contaminación de las aguas subterráneas es menor. Sin embargo, las previsiones son válidas si se tiene en cuenta que la explotación de citrus en la zona apunta a expandirse.
La contaminación se produce por la aplicación de grandes cantidades de urea (que contiene un 50% de nitrógeno) que con las lluvias se filtra a las napas. Al utilizar la fertilización foliar los perjuicios de posibles contaminaciones son bajas, porque disminuye la posibilidad de lavado y las cantidades aplicadas son menores. Es, a la vez, un método combinable con fertirrigación, llamada así a la fertilización por riego por goteo.
A pesar de que en el mercado existen fertilizantes foliares de nitrógeno de distinta índole y eficiencia, en el caso propuesto la misma urea aplicable en el suelo es la que se aplica a la hoja. “El nitrógeno es un elemento muy móvil, a diferencia de otros que se aplican en el suelo y quedan allí. El potasio y el fósforo aplicado al suelo permanece en él hasta que es utilizado por las plantas, pero el nitrógeno se transforma en nitrato y al caer una lluvia intensa se puede lavar”, aseguró.
Asimismo, la fertilización foliar no es recomendable aplicarla en dosis muy elevadas. Por este motivo los controles sobre las aplicaciones son más exhaustivos, por lo tanto, no se desperdicia tanto fertilizante y resulta menos costoso. Lo que los investigadores proponen es una sola aplicación a la salida del invierno para estresar a la planta con el fin de que produzca una buena floración, y complementarla con fertirriego por goteo a las raíces de las plantas. Se trata de una opción económica.
Las pruebas se realizaron sobre frutales de mandarinas tempranas tipo Satsuma, que entran al mercado a fines de marzo, y sobre naranjas tempranas New Hall que se comercializan a principios del mes de abril. “En la región una producción ideal rondaría las 50 toneladas de frutas por hectárea, cifra que se puede conseguir con cualquier método de fertilización. El asunto es definir con qué costos, con qué dosis y con qué riesgos de contaminación”, culminó Pilatti.
Fuente: El litoral