El exceso de humedad en el tabaco a comercializar trae malas consecuencias en el producto. Como punto de partida la humedad en exceso mancha la hoja, desmereciendo así su aspecto y por consiguiente su valor comercial.
En una etapa posterior, el tabaco con mucha humedad empieza a fermentar, lo cual afecta directamente sus cualidades de fumado. Luego, y ya con la acción de microorganismos, el tabaco con mucha humedad comienza una etapa de putrefacción, llegando casi a desintegrarse.
Las empresas acopiadoras no pueden recibir tabaco que presente valores de humedad en exceso, viéndose obligadas a rechazar estos fardos para que los productores lo vuelvan a acondicionar para poder, luego, regresar a venderlo.
En la cosecha pasada el rechazo de fardos de tabaco fue de alrededor de 0,5%. Este año los rechazos por humedad están cercanos a 3,5%, lo cual representa casi 7 veces más que la campaña anterior.
Desde las empresas acopiadoras admiten que la cusa de esta humedad es que los productores mojan intencionalmente el tabaco antes de traerlo al acopio. Esta practica, según los acopiadores, se debe desalentar, porque el tabaco en estas condiciones no está siendo recibido y las empresas se mantendrán firmes en esta posición.