El DGAT codifica una enzima que desempeña un papel fundamental en la biosíntesis del triacilglicerol. El LEC2, por su parte, regula la maduración de la semilla y el almacenamiento de aceite en la semilla.
Las modificaciones de estos genes multiplicaron por 20 la acumulación de triacilglicéridos en las hojas de tabaco. Concretamente, gracias a la modificación del gen DGAT se obtuvo un 5,8 % de aceite por peso seco en las hojas, que es prácticamente el doble de la cantidad de aceite que producen normalmente.
La modificación del gen LEC2 produjo un 6,8 % de aceite por peso seco. «Según estos datos, el tabaco representa una atractiva y prometedora plataforma de “planta energética” y también podría servir de modelo para utilizar otras plantas con alto contenido biomásico para la producción de biocombustible», señala Vyacheslav Andrianov, uno de los autores del artículo publicado por la revista Plant Biotechnology Journal, en el que afirman que «generando aceite biocombustible y etanol, se puede obtener más energía por hectárea del tabaco que de cualquier otro cultivo no alimentario».
Fuente:Ibercib