El informe “¿Quién se Beneficia de los Cultivos Transgénicos?” examina la realidad de esas afirmaciones y demuestra que en realidad los cultivos transgénicos están incrementando las emisiones de carbono y no están ayudando a solucionar los problemas de hambre en el mundo. Esto se debe a que los cultivos transgénicos son responsables de espectaculares aumentos en el uso de pesticidas, tanto en EEUU como en América Latina, intensificando el uso de combustibles fósiles. El cultivo de soja transgénica para alimentar la ganadería industrial está contribuyendo en gran manera a la deforestación en América del Sur.
El informe muestra también que los cultivos transgénicos siguen confinados a menos de un 3% de la superficie agrícola mundial y que más del 99% de estas cosechas se destinan a alimentar animales y a producir agrocombustibles (también conocidos como biocombustibles), y no a alimentación.
Las graves preocupaciones sobre los impactos negativos de los cultivos transgénicos implican que muchos gobiernos son todavía prudentes en su adopción. India, por ejemplo, ha aprobado recientemente una moratoria al cultivo de berenjena transgénica debido a los riesgos sobre la salud, el medio ambiente y sus impactos socio-económicos.
En Europa, la superficie cultivada con transgénicos ha caído por quinto año consecutivo, con una reducción superior al 10% respecto a 2008. Este dato refleja la firme oposición social y la preocupación política por los impactos negativos de los cultivos modificados genéticamente. En 2009, Alemania se convirtió en el sexto país de
David Sánchez, Responsable de Agricultura y Alimentación de Amigos de
A pesar de varias décadas de investigación, en gran parte con dinero público, no hay todavía ni un solo cultivo transgénico comercializado que incremente los rendimientos, sea tolerante a la sequía o a la salinidad, mejore las propiedades nutricionales o cualquier otro de los supuestos beneficios publicitados por las multinacionales de la biotecnología agraria.
Pero además los cultivos transgénicos están perjudicando el desarrollo de verdaderas soluciones para la crisis alimentaria y la crisis climática. Absorben financiación que podría ir dedicado a soluciones reales e impide el acceso de los campesinos a las semillas y al conocimiento. Los métodos agroecológicos y el conocimiento tradicional han sido identificados por multitud de instituciones internacionales como la clave para afrontar los desafíos climáticos y alimentarios. Martín Drago, coordinador de la campaña de agricultura y alimentación de Amigos de
Extraído de la web de Amigos de la Tierra.