Si bien el término mutagénesis deja volar la imaginación, no se trata de crear plantas mutantes con dos cabezas. La realidad es que se trata de una técnica que se utiliza desde mediados del siglo XX. Por medio del uso de sustancias químicas o radiaciones se inducen mutaciones al azar en el genoma, que generan cambios en la planta.
Carlos Sala, gerente de investigaciones de Nidera, dirige un grupo de investigadores que trabajan justamente con este método para lograr la resistencia a imidazolinonas en maíz, girasol y trigo, y la resistencia a glifosato y sulfonilureas en soja. Los resultados fueron tan exitosos que el año próximo la empresa estaría lanzando en Argentina el desarrollo para girasol Paraíso Mil y en 2011 en Europa y Estados Unidos.
El ingeniero agrónomo precisó que al utilizar esta técnica tradicional de mejoramiento vegetal —no se trata de un evento biotecnológico— las variedades en investigación eluden los temores que despiertan los transgénicos y se acomodan mejor a los requisitos de las autoridades regulatorias, lo cual les permite estar en el mercado en un plazo más corto. De todos modos, aclaró que en Nidera están trabajando con mutagénesis desde 2003 y remarcó que todo es probado a campo en macroparcelas y con el manejo más adecuado para cada condición antes de ser comercializadas.
El especialista explicó que el objetivo del grupo de trabajo es “obtener resistencia a herbicidas por mutagénesis en diferentes cultivos para suplantar lo que está en el mercado”. Sala entienden que con el uso intensivo de un mismo herbicida va a venir una etapa de mucha malesa y por eso habrá que sustituir las variedades a sembrar.
“Hay que rotar los cultivos o rotar los genes de resistencia. Podemos tener una agricultura con diferentes cultivos e iguales genes o con los mismos cultivos pero con genes diferentes”, indicó el director del departamento de investigaciones de Nidera.
La investigación en biotecnología creció en el país. Gabriela Levitus, directora ejecutiva de Argenbio, detalló que están en estudio la papa resistente a virus, la soja resistente a hongos, la alfalfa con vacuna antiaftosa y los cultivos resistentes a sequía, entre otros.
En Monsanto justamente se está trabajando sobre la resistencia a sequía en maíz. Juan Manuel de Santa Eudiveges, del departamento de Desarrollo de Biotecnología de la compañía, precisó que se están realizando los estudios en forma casi conjunta con Estados Unidos. En el país se está trabajando desde 2005 y en el norte un año antes. Actualmente los ensayos son sometidos a supervisión de los organismos regulatorios en Estados Unidos y en la Argentina están por ser presentadas las carpetas a la Conabia, que es el organismo nacional que se ocupa de autorizar cada evento transgénico.
“Con el maíz Mon 87460 estamos tratando de nivelar el rendimiento en 8.000/8.500 y también que el rendimiento sea estable en ambientes con lluvia de entre 300 y 500 milímetros”, explicó.
En el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) también se están abordando diversas temáticas que involucran técnicas de biotecnología. Entre otros se trabaja en la conservación, caracterización y valoración del germoplasma nativo y exótico como biodiversidad de base para la alimentación y el mejoramiento vegetal y animal