«Este año será de pérdidas totales y el futuro luce muy incierto», declaró Gallego, quien tiene 43 años y es hijo de uno de los primeros agricultores que se radicaron en este rincón poco desarrollado de Brasil hace algunas décadas. «No puedo aumentar la zona de cultivos porque no hay crédito. Y si la reduzco, no puedo pagar las cuentas».
A comienzos del año pasado, los altos precios del petróleo, bajas reservas de alimentos y creciente demanda en los países en desarrollo hicieron subir los precios por las nubes y motivaron disturbios en todo el mundo. Como toda nación agrícola-ganadera, Brasil aumentó su producción y obtuvo enormes ganancias a medida que subían los precios de la soja y otros productos primarios.
Pero ahora el mal tiempo y la crisis económica global pusieron a esta nación de rodillas. Los productos de granos y ganado se desmoronaron, lo que, combinado con una sensible baja en las órdenes de mineral de hierro, acero y automóviles, amenaza con provocar una recesión.
En este pueblo sin semáforos, donde hay más tractores y cosechadoras que automóviles, la mayoría de los agricultores dicen que están perdiendo dinero con sus cosechas, que son entre un 20% y un 60% más bajas que de costumbre.
Luego del estallido de la crisis financiera mundial a fines del año pasado, Brasil sufrió su peor sequía en más de 20 años, la cual afectó a tres de los cinco principales estados agrícola-ganaderos y a grandes extensiones de tierras cultivables en Argentina y Paraguay. No llovió durante dos meses.
Familias que llevan 30 años cultivando tierras temen perder sus campos. Las restricciones al crédito hacen que resulte difícil adquirir semillas, fertilizantes y maquinaria.
«Algunos van a ir a la quiebra», declaró Eduardo Riedel, vicepresidente de la principal asociación de la industria agrícola del estado Mato Grosso do Sul, una vasta extensión de tierras cultivadas que bordea con Paraguay. «Los prestamistas no se animan a dar crédito y la clase media rural no está invirtiendo».
Ha habido una gran disminución en la demanda de carne, café y soja, la cual es usada como alimento de animales y como un componente importante de cereales, pastas y otros productos alimenticios. La restricción generalizada del crédito hace a su vez que a los países compradores les cueste financiar sus compras.
Se espera que la cosecha de soja genera 57 millones de toneladas métricas, comparado con las 61 millones de toneladas del año pasado. Las exportaciones de carne entre enero y febrero llegaron a las 171 toneladas métricas, lo que representa una disminución grande en relación con las 230 millones de toneladas métricas exportadas en el mismo período en el 2008.
El precio de la leche bajó a
Ante la falta de crédito, decenas de mataderos tuvieron que suspender sus operaciones en Mato Grosso do Sul y el vecino estado agrícola-ganadero de Mato Grosso, donde miles de personas empleadas por esa industria se quedaron sin trabajo.
Los hacendados de Estados Unidos, Canadá y Europa también han sido afectados por la baja en los precios de la soja, el maíz y la carne vacuna, pero los expertos dicen que, en términos generales, no tienen tantas deudas como los brasileños, por lo que están mejor equipados para sobrellevar la crisis. Además, muchos de ellos se benefician de subsidios gubernamentales que no hay en Brasil.
«Los hacendados estadounidenses consideran que los brasileños ya no son tan competitivos como antes», comentó Mike Woolverton, profesor de economía agrícola de
Nadie esperaba una crisis de estas proporciones en la industria agrícola-ganadera, especialmente después del boom que se vivió en tiempos recientes, que hizo que los precios de los terrenos subiesen enormemente y atrajo cantidades de inversionistas de Estados Unidos y Argentina deseosos de comprar tierras.
También desaparecieron las caravanas de automóviles de hacendados que iban a pueblos paraguayos de la frontera a comprar artículos sobre los que no se paga impuestos y adquirían computadoras, cámaras, vino y champagne, ayudados por una divisa fuerte que ahora ha perdido mucho valor frente al dólar.
La crisis económica está afectando también la popularidad del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, que siempre ha sido muy alta. Agricultores y ganaderos no le perdonan que haya dicho que Brasil estaba bien preparado para soportar la crisis.
Mientras que los economistas pronostican que este año no habrá crecimiento en Brasil, e incluso que la economía se contraerá, el gobierno de Lula dijo en marzo que habrá un crecimiento del 2%. Posteriormente redujeron sus expectativas al 1,2%. Los residentes de Fatima do Sul opinan que esas predicciones son pura fantasía.
Las ventas de artículos de veterinario para ganado cayó tanto en los últimos meses en el negocio de Vair Firmino en la calle principal del pueblo que tuvo que reducir su inventario a la mitad y probar fortuna con la venta de botas, jeans y tres tipos de pollos, que exhibe en jaulas colocadas en la acera para tratar de atraer clientes.
Lula «dice que no hay crisis, pero pregúntele a un ganadero lo que le pagan por sus vacas», comentó Firmino.
El agricultor Alberto Dalben, director de la asociación de agricultores de Fatima do Sul, dijo que un ganadero podía comprar tres cabezas de ganado con lo que obtenía por la venta de una. Hoy no alcanza a cubrir la adquisición de dos cabezas.
Unos
Kayatt dice que los hacendados sobrevivirán a la crisis, que podría durar hasta dos años, con excepción de los que están demasiado endeudados. Ganarán menos dinero y limitarán las inversiones hasta que la economía dé señales de que está repuntando.
Dalben afirma que cultivará menos soja y dedicará más terreno al ganado en su campo de
«Nosotros producimos alimentos y la gente nunca va a dejar de comer», expresó el hacendado. «Pero van a comer menos, y eso nos afectará
Fuente: Univisiòn.com