La crisis financiera mundial, que se desató en septiembre de 2008, cerró la puerta de entrada a Europa y Asia de las producciones primarias argentinos. Un año después, las economías regionales vuelven a creer en que países como Irak, Turquía, China y Rusia, entre otros, serán sus motores de crecimiento.
Esa es la estrategia de los tabacaleros de Jujuy y Salta, cuya producción en un 80 por ciento se comercializa en el mercado mundial a un precio promedio de 4.000 u$s/tonelada.
La crisis financiera y, antes, las restricciones al consumo de cigarrillos en algunos países europeos provocaron un viraje en el plan de viaje de este sector: ahora todos sus esfuerzos están perfilados hacia el mercado asiático.
“En la campaña 2008/09 se vendieron a China 8.000 toneladas de tabaco, y en este ciclo queremos repetir o aumentar ese volumen”, indicó Lucio Paz Posse, secretario de Asuntos Agrarios del Ministerio de Desarrollo Económico salteño.
Las dificultades de los tabacaleros, comentó Paz Posse, son los altos costos de producción: un productor invierte cerca de 27.000 $/ha para lograr un rinde promedio de 2.000 kilos. Al final del ciclo recibe por su producción alrededor de $ 18.000 por ese kilaje.
La diferencia se compensa con los aportes recibidos en el marco del Fondo Especial del Tabaco. “Si se mantienen los rindes y los aportes gubernamentales, la actividad es rentable”, remarcó el funcionario salteño.
Los arroceros, por su parte, apuestan a desarrollarse a partir de la diversificación de los mercados. Ya antes de la crisis financiera mundial el arroz argentino estaba presente en más de 40 países.
Pero, ahora redoblan la apuesta para exportar productos con mayor valor agregado. Es que el precio de la tonelada de arroz blanco ronda los 470 u$s/t, mientras que el del cáscara promedia los 236 u$s/t.
Al igual que los tabacaleros, el mercado asiático es uno de los objetivos, pero no el único. Venezuela, Colombia, Bolivia y Bélgica, entre otros países, también están en la mira de los arroceros.
El panorama para los maniceros, en tanto, no es tan claro. Los analistas estiman que la demanda externa de maní podría incrementarse por la reducción mundial del área sembrada, pero aun así, los pronósticos hablan de que la Argentina acompañará esta tendencia a la baja.
La falta de liquidez financiera de las empresas y la existencia de stock de la campaña pasada son las razones que, desde el sector empresario, explican este fenómeno.
El analista de mercados Andrés Georgalos indicó que, de cumplirse las estimaciones de siembra locales “nos estaríamos perdiendo una nueva oportunidad”.
Otra es la situación en la citricultura del litoral argentino. En este caso, las frutas dulces tempranas, como la mandarina “pudo colocarse en su totalidad en el mercado externo, y a buenos precios”.
Pero no pasó lo mismo con las variedades tardías. Mucha de la naranja Valenciana que se produjo este año, debido a la seca, no obtuvo el tamaño adecuado para exportación. Y, por ello, “se la está vendiendo a la industria local a un precio irrisorio: 0,10 centavos por kilo”, explicó Néstor Mover, presidente de la Federación del Citrus de Entre Ríos.
Sumado a esto, el dirigente señaló que “la demanda de naranjas argentinas disminuyó debido a la competencia de Sudáfrica, que comparte el mismo calendario productivo, y que ofrece mejores precios por sus bajos costos de producción y la menor distancia que los separa de los mercados europeos”.
La apuesta, en este caso, es reconvertir las variedades de las plantaciones, e invertir en tecnología para avanzar en la cadena de valor hacia la producción de esencias, alimentos balanceados y jugos concentrados. Esos objetivos, dice Mover, solamente se lograrán con la ayuda del Estado.