El ex primer mandatario argentino, quien gobernó el país desde el 25 de mayo de 2003 hasta el 10 de diciembre de 2007, mantuvo en la mayor parte de su mandato una relación de permanente tensión con el sector agropecuario (quizás la peor que haya tenido un presidente argentino con el campo).
Las tensiones comenzaron en el año 2005, cuando el gobierno de Kirchner empezó a aplicar una serie de políticas públicas tendientes a intentar desacoplar precios internacionales de los internos. Los primeros ensayos intervencionistas se realizaron en el sector lácteo y fueron instrumentados por el entonces ministro de Economía Roberto Lavagna.
Pero en 2006 hubo un antes y un después. Fue cuando Kirchner tomó de manera unilateral la decisión de cerrar totalmente las exportaciones de carnes bovinas. Por entonces había muchos embarques destinados a Alemania (para abastecer la enorme demanda esperada durante el Mundial de Fútbol 2006) que jamás llegaron a destino.
Durante el año 2006 también se inició la intervención del mercado triguero, la cual, si bien no logró contener un alza sostenida de los precios minoristas de los productos de panificación, sigue plenamente vigente en la actualidad de la mano del secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno.
En 2007 el debate político nacional con el campo giró en torno a las retenciones agrícolas. Kirchner decidió ese año aumentar en tres oportunidades los derechos de exportación aplicados al sector. Algunos dirigentes de Federación Agraria, que hasta entonces mostraban simpatía por la gestión kirchnerista, comenzar a manifestar un creciente malestar.
En enero de ese año se implementó un aumento de 4 puntos porcentuales sobre los derechos de exportación aplicados al poroto, la harina y el aceite de soja. Mientras que en febrero también se aumentó la presión impositiva al sector lácteo (se estableció un precio FOB máximo de 2100 u$s/tonelada para las ventas externas de leche en polvo entera).
Finalmente el 12 de noviembre de 2007, luego de las elecciones presidenciales de octubre en la que resultó electa su esposa Cristina Fernández de Kirchner, comenzó a regir un nuevo aumento de las retenciones agrícolas. En el complejo sojero la alícuota del poroto pasó del 27,5% al 35%, mientras que para pellets y aceite de soja ascendió del 24% al 32%. Para el trigo y el maíz el derecho de exportación subió a 28% y 25% respectivamente.
Pero fue el 2008 el que será recordado como el año en el cual el campo en su conjunto se enfrentó a una decisión de un gobierno nacional. Todo comenzó el 11 de marzo, cuando el entonces ministro de Economía Martín Lousteau anunció la implementación de un novedoso sistema de «retenciones móviles» que en la práctica implicaba un aumento considerable en los derechos de exportación aplicados al sector agrícola.
A partir de esa decisión avalada por Kirchner, los representantes de las cuatro entidades del agro se reunieron detrás de un objetivo común por primera vez en la historia. Detrás de las protestas del campo se alinearon diversos sectores sociales y la mayor parte de los dirigentes de la oposición política (quienes hasta entonces no habían podido encontrar un camino para llevar su mensaje a sus votantes potenciales).
La dirigencia de Federación Agraria (FAA), alineada inicialmente con el kirchnerismo, decidió romper relaciones y enfrentar al gobierno kirchnerista junto a
La fecha más recordada de los hitos que marcaron la relación entre Kirchner y el agro quizás sea el 17 de julio de 2008, cuando el vicepresidente Julio Cobos desempató en el Senado la votación del proyecto de «retenciones móviles» con su voto «no positivo» en una sesión que fue seguida en televisión por millones de argentinos que aquella noche prácticamente no pudieron dormir.
El año 2009 estuvo marcado por las elecciones legislativas, realizadas durante el mes de junio, en las que el campo jugó un rol importante. Muchos dirigentes provenientes del agro se presentaron como candidatos en los principales partidos opositores al kirchnerismo. Y la mayor parte de ellos resultaron electos por el fuerte apoyo recibido luego del conflicto de 2008.
Durante el presente año 2010 quedó en evidencia que la política ganadera implementada por Moreno, con el aval de Kirchner, fracasó. Los precios de la carne vacuna explotaron de manera incontenible y la regularización del stock bovino llevará en el mejor de los casos tres años (aunque probablemente bastante más).
De todas maneras, una de las habilidades políticas de Kirchner era transformar un fracaso en una victoria y eso fue precisamente lo que logró en el presente año al seducir a una parte de los denominados «agrodiputados» (hecho que hizo que no se pudiesen cumplir las expectativas que muchos productores habían puesto en la nueva conformación del Congreso nacional).