A pesar de que inicialmente se pronosticó que el cambio climático podría beneficiar a estas especies, ya que el aumento de la temperaturas prolonga su periodo de crecimiento, el estudio revela que las características genéticas de los árboles dificultan su adaptación a estos cambios, además de constatar un elevado índice de mortalidad entre los árboles más jóvenes.
En cooperación con sus colegas de las Universidades de Oulu (Finlandia) y Potsdam (Alemania), la experta Anna Kuparinen, docente en Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de
El estudio demuestra que los árboles dejan de crecer antes del inicio de las heladas, un comportamiento «grabado» genéticamente, por lo que no son capaces de aprovechar cambios de temperatura más benignos.
Los investigadores añaden que los árboles de zonas septentrionales no sólo no podrán sobrevivir a un clima más cálido sino que las especies más jóvenes tampoco podrán abrirse paso en la carrera evolutiva, al estar en la parte inferior del bosque.
Así, las nuevas plantas que crezcan en el bosque, a pesar de estar mejor adaptadas a las condiciones climáticas, no podrán desarrollarse con normalidad ante la interferencia de las especies más adultas, que entorpecerán su acceso al agua y a la luz. Por ello, el estudio sugiere la posibilidad de que los seres humanos faciliten la adaptación en su entorno.
Fuente Siglo XXI