Las semillas son el cofre que permite que la “memoria” contenida en una planta pueda perpetuarse en las generaciones y también recorrer grandes distancias.
Muchas veces realizamos esfuerzos en cosechar las semillas de una planta de interés, esfuerzos que se ven malogrados a causa de errores en la conservación o en la siembra. Es por ello que en las siguientes líneas encontraremos algunos consejos para el momento de conservar las semillas y evaluar su calidad antes de sembrar
¿Cómo conservar las semillas?
La vida de una semilla de hortaliza en promedio es de 2 a 3 años, dependiendo de cómo fue guardada. Dos condiciones son las más importantes para garantizar su vida durante este tiempo: baja humedad y baja temperatura.
La humedad dependerá primeramente de cómo fue secada la semilla en cuestión. Es ideal que el secado no sea excesivamente rápido. Por ello deberá hacerse a la sombra, en un sitio donde circule el aire. Por otro lado, con un secado demasiado lento se corre el riesgo que nuestras semillas se contaminen con hongos, ya que éstos prosperan en la humedad.
Luego de secada, la semilla debería colocarse en recipientes cerrados, que no permitan su humedecimiento. Los mejores recipientes para este fin son los frascos de vidrio o de plástico con tapa, correctamente rotulados.
Respecto de la temperatura, es deseable que está sea baja. Por ello colocaremos los recipientes con semillas en lugares frescos de nuestra casa, donde no llegue la luz. Una buena opción sería guardarlas en heladera.
Evaluación de la calidad luego del almacenamiento
Llegado el momento de sembrar, ¿cómo podemos saber si nuestras semillas están en condiciones de germinar, si se han deteriorado o si debemos aumentar la cantidad en la siembra para lograr un número deseable de plantas en nuestra huerta?
Existe un procedimiento muy sencillo conocido como la Prueba de Germinación y nos estará indicando la cantidad de semillas en condiciones de germinar, cantidad expresada por el Poder Germinativo (PG), que se calcula según la siguiente expresión:
PG = Semillas germinadas x 100
Total
Este dato nos ayuda a decidir si sembramos o no, si debemos aumentar la cantidad de semillas para garantizar el éxito de nuestra siembra y permite conocer el grado en que han deteriorado las semillas que tenemos guardadas.
En semillas grandes (ej. haba, maíz, poroto) la prueba de germinación la haremos usando arena como sustrato (medio en el cual sembramos para realizar la prueba de germinación), en semillas medianas (ej. acelga, remolacha, melón), entre dos papeles tipo servilleta y en semillas pequeñas (ej. lechuga, perejil, zanahoria) sobre un papel.
El sustrato debe colocarse en una bandeja, se humedecerá y luego se sembrarán entre 10 y 100 semillas en él (cuantas más semillas podamos colocar, más cercanos a la realidad serán los resultados). Luego se cubre la bandeja con una bolsa de nylon que se cierra herméticamente para conservar la humedad. Esta bandeja la mantendremos en un lugar templado durante 7 a 10 días, al cabo de los cuales contaremos las semillas que germinaron. Con la relación entre semillas germinadas y las puestas a germinar determinaremos el PG.
Ilustremos lo anterior con un ejemplo:
Si sembramos 100 semillas y germinan 70, entonces el PG es del 70 %:
70 semillas germinadas_____ x 100 = 70%
100 semillas puestas a germinar
Esto indicaría que debemos sembrar un 30% más de la cantidad de semillas recomendadas por el calendario de siembra.
Tengamos presente que durante el tiempo que guardemos las semillas no aumentará su calidad, ya que ella dependerá de la planta madre y de cómo fue cosechada. Lo mejor que podríamos hacer durante este tiempo es conservar su calidad o generar las condiciones para que se reduzca lo menos posible.
Fuente: INTA