La yerba mate constituye uno de las principales cultivo de renta en Misiones y el norte de Corrientes. Su producción se basa en la poda del árbol de la yerba mate (Ilex paraguariensis), especie nativa de la selva paranaense, que en estado silvestre crece hasta alcanzar una altura de 15 metros, conformando parte del estrato mediano de la selva.
La historia de la yerba mate se vincula de manera fundamental con la cultura guaraní que la tenía como una planta de culto y ritual. Originalmente su cultivo se realizaba de manera simplemente extractiva, aprovechando los ejemplares silvestres del monte. Con la difusión de su consumo a nivel nacional y la colonización de Misiones, que se inició en las primeras décadas del siglo pasado, se establecieron los primeros yerbales modernos, bajo el sistema de monocultivo y un ciclo de podas periódicas que mantienen a la planta a baja estatura. Casi un siglo después, un estudio a campo que se lleva adelante en Santo Pipó está buscando la tecnología apropiada para obtener yerba mate junto con arboles maderables en el mismo lote, y de esa manera generar para el yerbal un ambiente acorde a sus orígenes, logrando plantaciones más sustentables en el tiempo.
El estudio comenzó en junio del 2010 y comprende una superficie de diez hectáreas en el Establecimiento El Rocío S.A. en Santo Pipó, al centro oeste de la provincia de Misiones. El mismo tomó impulso a partir de la inquietud de los propietarios del establecimiento y los técnicos de la agencia de Extensión Rural del INTA Santo Pipó. Al trabajo se fueron sumando aportes como el diseño del ensayo por parte del equipo de investigación forestal de INTA Montecarlo, de investigación en suelo de INTA Cerro Azul, del Ministerio del Agro Provincial y del Laboratorio de Bioquímica de la Universidad Nacional de Misiones. Todo ello está permitiendo llevar adelante esta investigación que mide la consociación entre 13 especies forestales y la yerba mate. Y los primeros resultados, a tres años de sus inicios, son más que promisorios.
Las claves de un ensayo complejo
De acuerdo a lo señalado por el ingeniero Néstor Munaretto, especialista en yerba mate del INTA Santo Pipó y uno de los participantes del ensayo, en Misiones ya existían distintas experiencias de yerbales con árboles implantados. Muchas de ellas surgieron, paradójicamente, en la década del 90. Por entonces, la gran crisis que vivió el sector llevó a que muchos productores yerbateros buscaran ‘hacerse forestales’. Y sucedió, recuerda Munaretto, que muchos “cuando pusieron las plantas de pinos no arrancaron las plantas de yerba; y después, al cuarto o quinto año, se daba la situación que el yerbal había mejorado en muchos casos”. De acuerdo a lo señalado por el ingeniero Fabio Wyss, jefe de la Agencia Santo Pipó y también participante de este ensayo, esta situación resultaba lógica: “puesto que la yerba es una planta que crece originalmente bajo sombra, lo que nos quedó de entonces fue la inquietud de validar la tecnología apropiada para consociar las especies adecuadas, densidades de plantación, manejo posterior de los arboles, porcentaje de sombreado etc, y poner esta información a disposición al sector productivo”.
El estudio está planteado a diez años, hasta el año 2020, y busca puntualmente generar información precisa respecto al proceso de interacción entre los árboles y la planta de yerba mate, sumado al manejo que conviene hacer de las mismas. Ello involucra un trabajo riguroso de análisis y mediciones sistemáticas. Para tomar dimensión del trabajo que se realiza, hay que tener en cuenta que en el mismo se está midiendo el comportamiento de 7200 plantas de yerba y 4800 árboles.
Se trata de un ensayo complejo, no solo por su magnitud, sino también por la diversidad de especies que involucra. Se eligieron 13 especies forestales; 7 de ellas nativas y 6 exóticas a los fines de poder evaluar los efectos de la consociación y los comportamientos tanto de los árboles como de la planta de yerba mate. “La elección de una fuerte diversidad de plantas arbóreas es consecuente con el objetivo de buscar un ambiente más semejante al monte para el cultivo de la yerba mate. La idea no es quedarse en un sistema agroforestal con un monocultivo forestal, sino apostar a la diversidad” explica Munaretto. En esta complejidad se encuentra buena parte del potencial y la riqueza de este estudio. “No obstante -señala Fabio Wyss- hay muchas cosas que todavía no estamos midiendo, pero sería interesante hacerlo, como por ejemplo el modo en que esto impacta en la biodiversidad; creemos que lo hace positivamente pero no tenemos datos”.
Beneficios económicos y ambientales
Para que este ensayo pueda tener lugar ha sido fundamental el rol del Establecimiento El Rocío, de Santo Pipó, que además de aportar los terrenos para el ensayo realizó toda la inversión inicial en la preparación del terreno y la implantación de la yerba mate y los árboles. El encargado de su administración es el ingeniero agrónomo Esteban Schegg, quien también se desempeña como presidente de la Cooperativa de Productores Yerbateros de Santo Pipó. Con respecto a algunos de los motivos que los llevaron a impulsar este ensayo, Schegg comenta que ellos ya habían tenido buenos resultados realizando experiencias de forestar yerbales con lapachos, lo que les faltaba era realizar un seguimiento técnico.
Shegg hace hincapié en la importancia no sólo en términos económicos, sino también en términos ambientales de apostar a estos tipos de sistemas productivos: “nosotros como técnicos tenemos que encontrar alternativas productivas que, justamente, eviten tumbar el monte para hacer nuevas plantaciones. No podemos seguir deprendando el monte para seguir expandiendo la productividad. Entonces lo que nos estamos planteando es ‘vamos para atrás, de vuelta… regeneremos las condiciones originales que había acá en este mismo lote hace ochenta años, antes que tumbaran el monte”.
Consultado respecto a las especies de árboles escogidos para el ensayo señala: “lo que planteamos es regenerar el ambiente del monte nativo, con árboles nativos, pero también estamos probando alguna especies exóticas, generalmente apuntamos a grevillea, cedro australiano, kiri…. especies de alto valor maderable. En las especies nativas probamos aquellas que nos interesan por su valor forestal y de ambiente. Sabemos que la fauna, sobre todo las aves, está adaptada a ciertas especies nativas”. Precisamente, entre los beneficios de devolver un ambiente más natural al yerbal se encuentra la posibilidad de devolver la fauna benéfica para el control de plagas. Esto implica la posibilidad de prescindir de agroquímicos para el manejo de la plantación. Las especies forestales nativas que se están estudiando y que están mostrando muy buenos crecimientos son Cañafístola, Loro Negro, Guatambú, Lapacho, Araucaria, Anchico y Timbo.
El potencial del cultivo de la yerba en sistemas agroforestales
Uno de los problemas históricos que ha debido enfrentar el sector productor de yerba, tiene que ver con la variabilidad de precios que ha tenido la materia prima. Esto ha hecho que haya épocas buenas, como la actual, y otras muy malas como la de la crisis yerbatera de los años noventa. La incorporación de forestación en el yerbal puede contribuir, en este sentido, a estabilizar la situación del productor. “En realidad en cuanto a la variación de precios no se si podemos salvarlo con el tema de los árboles nativos. Pero si evidentemente estás creando una renta futura que te da cierta tranquilidad”analiza Schegg. Además de ello, los beneficios económicos y ambientales brindan una perspectiva más que interesante para esta modalidad de producción: “ya se puede ver que donde están los árboles, prácticamente no tenemos problemas de malezas, prácticamente el suelo está todo cubierto por hojas de árboles lo que implica el comienzo del ciclo vital de la materia orgánica. Entonces probablemente tengamos que utilizar menos fertilizantes, seguramente no utilizaremos ningún agroquímico de control de plagas, algo de fertilizante habrá que reponer, pero no tanto. Y también hay otros beneficios, por ejemplo: en invierno si tengo árboles no voy a tener problemas con la helada, si un año no vale la yerba, quizás puedo evitar fertilizar porque no me dan los números, pero mi yerbal no va a tener una caída importante de rendimiento” señala y hace hincapié en todo el potencial que hay por delante: “Si pensamos en las 200 mil hectáreas de yerba que tiene la provincia y el norte de Corrientes, obviamente que estamos ampliando el potencial de producción de estas hectáreas porque podríamos obtener forestaciones en estos mismos lugares”.