En concreto, las cifras oficiales apuntan a que Argentina sembrará este año 1,88 millones de hectáreas de maíz, una cifra que no se veía desde 1989, cuando la hiperinflación llevó a los agricultores a quedarse sin dinero en efectivo para sus cultivos. Sólo entre febrero y junio de 2009, la cosecha de este cereal ha caído un 40% respecto al año anterior.
Los precios tampoco se lo ponen fácil al sector agrario. En lo que va de año, el maíz ha perdido un 18% de su precio en el mercado de futuros, mientras que la soja ha aumentado su valor un 4,8%.
Aunque la idea más extendida entre los productores de Argentina es pregonar el «ecoprogreso» para evitar generar inconvenientes climáticos, se prevé un fuerte incremento en la superficie sembrada con soja en la próxima etapa de siembra. Teniendo en cuenta que los últimos números no lograron cerrar los objetivos en el mercado del trigo y menos aún para el maíz, la oleaginosa volverá a ocupar un lugar de privilegio en esta campaña agrícola que se viene.
Si bien los paradigmas de la sustentabilidad y la rotación continúan siendo las banderas de los militantes de la siembra directa, es reiterado el avance de la soja en detrimento de otros cultivos, un fenómeno que los productores atribuyen a las «desacertadas» políticas en materia agropecuaria que llevó adelante el gobierno.
«Lo que el productor pretende es no fundirse, si fuera rentable haría maíz. La soja es un refugio de bajo costo y más flexible. El tema es que retornen la medidas políticas que permitan rotar», explicó Héctor Baigorrí, de la consultora Planeta Soja, uno de los disertantes en el congreso de Aapresid.
Esta mayor producción de soja, a cambio de la de maíz, podría afectar a Argentina como uno de los principales exportadores mundiales de este producto.
Fuente: americaeconomica.com