La fotografía tomada ayer (29 de mayo) en una chacra de Puerto Leoni por el Servicio de Extensión Yerbatero (SY) del INYM pone en valor la línea de trabajo que desde la Institución se impulsa, esto es: aplicar prácticas amigables con el ambiente para lograr yerbales sostenibles, con manejo biológico de plagas y enfermedades y preservando la calidad del producto.
El yerbal donde fue tomada la fotografía lleva siete años con manejo agroecológico. Son 12 hectáreas de yerba mate, plantadas hace ya 50 años. “Optamos por un trato más amigable con el ambiente, con inversión mínima y sin dejar de cosechar, porque entendimos que es el mejor camino si lo que queremos es mantener la productividad en el tiempo”, dijo el propietario, Claudio Marcelo Hacklander. “Acá no se aplica insecticida, ningún químico. Hicimos análisis de suelo en el año 2021 para ver qué se necesitaba para mejorar su fertilidad y en base a eso trabajamos con calcáreo y macheteando la capuera, recuperando 30 toneladas de materia orgánica por hectárea en los últimos tres años”, detalló el productor.
Además, continuó, “el suelo está totalmente cubierto y tenemos todo tipo de plantas, lo que explica el control biológico de plagas, cosa que pudimos ver ayer a la tarde, a eso de las 15 horas, al identificar la chinche soldada espinosa (Podisus maculiventris) controlando el marandová en el yerbal”.
Efectivamente, agregó el ingeniero Gustavo Baumgratz, del SEY, “todo insecto plaga tiene su controlador natural y simplemente evitando insecticidas, la misma naturaleza se encarga de controlarlo”. En esa línea, el técnico recordó que “es fundamental tener diversidad de plantas en el yerbal, porque eso atrae a diversidad y cantidad de insectos, y entre ellos, a los controladores biológicos de plagas”.
La chinche soldada espinosa es además predadora de otras plagas, como el taladro y el rulo o psílido en yerba mate, destacó el ingeniero Matías Bazila, jefe del SEY.
El manejo ecológico, concluyó Hacklander, “es la mejor opción. La capuera es una aliada para recuperar suelo, plantas y agua, además de prácticas que los técnicos del INYM vienen difundiendo e implementando entre los productores. Es una inversión mínima sin dejar de cosechar, y recuperando año a años los bienes naturales y la productividad”.