En muchas zonas en las que se cultiva tabaco, los productos cultivados en la siguiente rotación se benefician de los fertilizantes residuales que quedan en el suelo.
El cultivo de tabaco es una actividad intensiva en mano de obra que exige una amplia experiencia en técnicas agrícolas. El “know-how” que estos agricultores adquieren con su cultivo resulta muchas veces invaluable para el cultivo de otros productos.
Las áreas alejadas de puertos aéreos y marítimos no son aptas para productos cultivados a granel, a menos que la cosecha genere altos retornos que permitan solventar los costos de transporte.
Por ser menos perecible que la mayoría de otros potenciales cultivos alternativos, el tabaco puede almacenarse fácilmente.
En la mayoría de los ambientes aptos para cultivar tabaco no existe un mejor cultivo comercial.
El tabaco goza de una gran estabilidad de precio.
Como norma general, su venta está garantizada y su precio se negocia o fija en remates abiertos.
En muchas regiones del mundo, el tabaco es el único cultivo por el que se paga en efectivo a su entrega o en un muy breve plazo después de ella.
En las áreas tabacaleras los predios son generalmente reducidos, exigiendo un cultivo comercial de alto valor para asegurar el ingreso familiar.
El tabaco genera altos rendimientos por hectárea.
El cultivo de tabaco atrae una buena infraestructura, que proporciona ayuda financiera, asistencia técnica, transporte y almacenamiento.
Con frecuencia, cuando un cultivo de alto valor, como el tabaco, es parte del sistema agrícola es más factible lograr una producción de otros cultivos y crianza animal exitosos.
La riqueza generada por la producción de hoja de tabaco ayuda a mejorar la calidad de vida y atrae educación, salud e infraestructura social a áreas rurales que en otros sentidos son relativamente pobres.
Fuente: ITGA