Desde que comenzó con sus diversos programas de apoyo a los pequeños productores, el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) ha entregado herramientas en distintos puntos de la cuenca yerbatera. Tijeras comunes y electrónicas, serruchos, motosierras, motoguadañas; guinches y carritos para la carga de hoja verde, como así también motobombas y tanques para la reserva de agua en las chacras conforman el lote de implementos distribuidos.
Entre los beneficiados se encuentra la familia Kononchuk, que reside en colonia Yapeyú, muy cerca de la localidad de Guaraní. Con una tijera electrónica y una motoguadaña, sumado al manejo adecuado de plantas y suelo lograron repuntar el rendimiento de su yerbal. En dos hectáreas y media producen poco más 20 mil kilos de hoja verde.
“Con la tijera electrónica se puede hacer un corte limpio y la rama no se ‘lasca’, no se quiebra”, afirma Lucas Kononchuk, mientras va sacando las ramas “maduras” colmadas de hoja verde. Como son socios de la Cooperativa Agrícola e Industrial de Yapeyú Limitada (CAIYAL), pueden acceder a la tijera electrónica que la entidad adquirió con apoyo del INYM.
La posibilidad de contar con una buena herramienta se complementa con el asesoramiento del ingeniero agrónomo Pablo Herrera, del Servicio de Extensión Yerbatero del INYM, que los visita periódicamente y les dio una mano cuando decidieron adoptar el sistema de cosecha de ramas de dos años.
“Los sistemas de cosecha están cambiando, se realizan trabajos en material más grueso y la tijera electrónica siempre facilita el esfuerzo físico y el trabajo en general en la poda de la planta”, explica Herrera, quien añade que las buenas prácticas agrícolas que se aplican, no solo redundan en yerbales más cuidados, sino que también benefician a los operarios que realizan la cosecha. “El trabajo de limpieza, por ejemplo, se vuelve más liviano que con la tijera común”, aporta Kononchuk.
Suelos cubiertos
En forma paralela al manejo de plantas corre el cuidado del suelo, con la incorporación de cubiertas verdes que se distribuyen por los entrelíneos y caminos del yerbal. Recorriendo los lotes se observa la presencia de raygrass, vicia, avena, nabo forrajero e incluso algunos ejemplares de lupino que se sumaron este año.
“Ya hace un par de años que mi viejo comenzó con las cubiertas y también con árboles en el yerbal y el año pasado logramos la certificación”, comenta Lucas y señala el cartel con el característico logo de la ranita verde ubicado en el camino de ingreso a su yerbal. “Además – añade- hace siete u ocho años que venimos implementando el abono orgánico, aprovechando el residuo de los pollos”.
Un “colchón” en el yerbal
Algo que llama la atención en una de las parcelas es que el suelo se encuentra totalmente cubierto por un “colchón” de maní forrajero.
El ingeniero Herrera explica que esta especie brinda múltiples beneficios al suelo de los yerbales, ya que por su forma de crecimiento “coloniza” todo el lote, brindando protección contra el sol y la erosión de las lluvias. Utilizando la motoguadaña que pudo adquirir por medio de uno de los programas del INYM, este productor cambió el manejo del maní forrajero, levantando la altura de corte. “De esta manera – precisa el técnico – la cubierta se fue controlando por sí sola y se fue extendiendo en todo el lote”. Al rebajar las plantitas de maní forrajero se cierra el ciclo, produciendo un rastrojo que luego se incorpora al suelo como materia orgánica.
En los días de verano es donde más se evidencia la utilidad de esta cobertura. “Hemos realizado mediciones y comprobamos que a temperatura ambiente de 35º a 40º centígrados, con esta cubierta la temperatura a nivel del suelo o a una profundidad de 3 a 5 milímetros baja a los 20º y 24º centígrados, que es un rango muy agradable para el cultivo de yerba mate, los microorganismos y el sistema de la chacra en general”, concluye el ingeniero Herrera.