En una de las Sesiones Simultáneas del 5º Congreso Argentino de Girasol, el especialista del Servicio Técnico de Nidera Nutrientes, Marcelo Palese, presentó un trabajo que busca optimizar la industrialización del cultivo. Así, a partir de las lecturas de los índices y parámetros realizadas en los diferentes estadíos, en rastrojos y en suelo, el objetivo es determinar niveles críticos y de suficiencia de los minerales nutritivos esenciales surgidos «intra-frontera» (en ambientes de Argentina), que son los que permiten constituir planes concretos de nutrición. Con los datos obtenidos es posible conformar una matriz para darle prioridad a estudios superiores en pepa para su uso en post-industria.
“En primer término, el objetivo era auditar los nutrientes desde suelo y hacer todo el monitoreo y destino final de cada uno de los elementos”, explicó Palese. Y agregó que el servicio técnico de Nidera Nutrientes buscaba contar con mayor información respecto de la relación existente entre cada uno de los nutrientes, a sabiendas de que existe una probada interacción entre ellos. También se buscaba ampliar el banco de nutrientes.
“El otro objetivo era considerar la concentración nutritiva para poder dejar abierto un futuro estudio superior en post industria y conocer la trascendencia de los `nutrientes inteligentes` en cáscara y pepa, pensando en optimizar la calidad de los aceites para consumo humano”, agregó el especialista.
Antes de comenzar con los resultados del estudio, Palese remarcó que generalmente cuando uno habla de nutrición del cultivo de girasol en suelo lo circunscribe a dos o tres elementos. Luego, finalmente, lo reúnen en uno solo que lleva la hegemonía en una planta de girasol, que es el nitrógeno”.
Sin embargo, el especialista reiteró que el universo “es mucho más amplio y en esa línea buscamos ampliar el banco de nutrientes”.
Tres ensayos, muchas conclusiones
Para apoyar las investigaciones se realizaron estudios en tres regiones girasoleras: N. De la Riestra y Casbas, en provincia de Buenos Aires; y Santa Sylvina, en Chaco.
Adrede, se buscaron ambientes bien definidos, cada uno con su particularidad respecto al ambiente de suelos.
En ellos, se realizaron monitoreos de suelo y en hojas prefloración. Luego se hizo un análisis, separando lo que es cáscara de pepa, y por último, un análisis de rastrojo “para ver cuánto es lo que nos está devolviendo a cosecha el rastrojo y qué es lo que nos queda para saber en la suma que va a quedar a posteriori de ese cultivo”.
Palese comenzó explicando cuál era la participación de cada uno de los nutrientes en hojas en prefloración, en el ensayo realizado en Riestra. Recordó que desde hace tiempo se sabe que, por cada tonelada, el girasol toma de nitrógeno 41 kilos; de fósforo 5 kilos, y de potasio 29 kilos.
Pero, los nuevos estudios demostraron que la participación del potasio en prefloración es del 30%, con una incidencia similar a la del nitrógeno. El especialista remarcó que el cultivo de girasol devuelve en rastrojo un 40% más de potasio que la soja y el maíz. Este hecho amerita un seguimiento más estricto en el suelo que lo recepcionará por la probable competencia con el calcio, magnesio, hierro, entre otros, pudiendo éstos no estar disponibles.
A nivel de grano, considerando cáscara y pepa, el ensayo de Riestra evidenció que “el nitrógeno es el que se lleva la mayor cuota parte. El fósforo toma una trascendencia importante versus lo que pasaba en hojas prefloración, situación que se repite en las tres regiones”. Mientras que el hierro presenta lecturas altas para las mismas regiones; el boro toma una participación importante en cáscara siendo mínima en pepa.
En Santa Sylvina, nuevamente se evidencia la trascendencia del nitrógeno en prefloración y lo mismo acontece tanto en cáscara y pepa cuando hacemos la separación en lo que es nitrógeno y fósforo del potasio.
“La trascendencia es del orden del 39% en el caso de cáscara, y en el caso de pepa la trascendencia sube al 65% de la concentración de nitrógeno”, especificó Palese.
Ya pensando en el ingreso a industria y analizando la incidencia del boro (un elemento tan determinante en floración) “cuando uno separa pepa y cáscara se ve que baja muchísimo la concentración de pepa y se mantiene alta en cáscara”.
También es alta la demanda de boro en prefloración “y luego decae una vez que está constituido el capítulo en grano”.
Además, el calcio demostró una alta concentración en lo que es planta, y luego cae a nivel de pepa y cáscara. Asimismo, vale realizar una lectura del momento oportuno de aporte de este nutriente para lograr el equilibrio con las altas tomas de potasio.
La lectura del rastrojo en Santa Sylvina también demostró una alta devolución de potasio, de alrededor del 40%.
Nutriente por nutriente
De las conclusiones del trabajo presentado surgió que, si se lleva la lectura de los monitoreos a los debidos aportes de nutrientes desde la siembra, además del fósforo (que iría en profundidad), el calcio y magnesio son “candidatos” a considerar para satisfacer la demanda por parte del cultivo.
El hierro, de dificultosa absorción por suelo, deberá ser aportado en estado vegetativo y con suficiente masa foliar para su aprovechamiento.
Similar consideración para el boro, ya que es un nutriente de escasa movilidad y genético-dependiente, y que al momento de la corrección debiera preverse su trans-locación desde el punto de contacto en tejido hasta la función que le compete en pre-floración. En este caso, la fuente de aporte es crucial.
Un capítulo aparte será el del nitrógeno, que demandará de parte del cultivo determinadas propiedades del material fertilizante para un aprovechamiento máximo que manifiesta en períodos breves de su ciclo.