La carne volverá al candelero político el próximo año. La pelea por la disminución de las retenciones a los granos le había quitado protagonismo y además la tan anunciada escasez de la oferta se demoró por la liquidación de vientres, que hizo que la faena de los primeros ocho meses de este año fuera de 11 millones de cabezas, la más alta de los últimos 20 años, para el mismo período.
Sin embargo, los nubarrones ya se pueden observar en el horizonte. Algunos pronosticaron la tormenta para fin de este año. En eso coincidieron la mayoría de los especialistas en ganadería y representantes de la cadena de comercialización de la carne, consultados por LA NACION.
El primer impacto será el aumento de precios del kilo vivo que rondaría el 20 y el 25%. Ese sería el piso. Su techo es imposible conocerlo, porque no se sabe cuál será el límite a la suba que avalará el consumidor final ni cómo será la intervención del Gobierno, que podría impedir un aumento del precio a través de, por ejemplo, el cierre de las exportaciones.
Para algunos, el año que viene, la escasez de terneros de la parición del año pasado se sentirá con tanta fuerza que llegaría a disparar el precio casi al doble de lo que cuesta hoy el kilo vivo. Según las estadísticas de vacunación de 2008 del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), hay tres millones menos de terneros. Esto determinará que se produzcan 600.000 toneladas menos de carne el año que viene. «Se podría pagar entre 5, 6 y hasta 7 pesos en un animal que va a faena», pronosticó Juan Carlos Eiras, presidente de la Cámara Argentina de Feedlots. Hoy por kilo vivo de novillo se paga entre 3,60 y 3,90.
Los indicadores ya daban cuenta de una crisis profunda. Según un estudio de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), «la participación de las hembras en la faena total fue de casi el 50%», en los primeros ocho meses de este año. La liquidación de stock ya lleva 35 meses. Este aumento en la oferta, con precios bajos, provocó que el consumo de carne llegara a ser de más de 70 kilos por habitante, por año.
Sin embargo, todo indica que esta bicicleta está llegando a su fin, más temprano de lo que se preveía. Las lluvias que comenzaron a caer y cortaron la seca en gran parte del país juegan un rol importante. Con mayor humedad empiezan a mejorar las pasturas, por lo que a los ganaderos no les será tan costoso retener vientres. A la vez, hace 40 días que la Oficina de Control del Comercio Agropecuario (Oncca) no paga subsidios a los feedlots y determinó así la contracción de la reposición en los corrales.
«Desde que se paralizaron los pagos, cada uno de nosotros vende tres animales y repone uno. La desaceleración del engorde a corral intensifica el proceso en forma contundente», alertó Eiras.
También para Víctor Tonelli, consultor, «el aumento de precios comenzará en los próximos dos meses, cuando la oferta de feedlots comience a bajar de las 550.000 cabezas mensuales a menos de 400.000». Según Tonelli, para febrero y marzo, el incremento en el precio del kilo vivo será del 20 al 25% y se profundizará hasta junio. «Claramente, a partir de febrero, la oferta de gordo será muy escasa y la de ternero un 25% menor que la de 2008, con lo que va a profundizar la suba entre los meses de zafra (marzo-junio)», advirtió.
Tonelli previó: «Un ternero de invernada a 5 pesos el kilo (hoy 4), un gordo de consumo de $4,50/kg (hoy 3,60) y un pesado de exportación para Hilton entre $ 4,60 y $ 4,90/kg (hoy 4)». Respecto de la repercusión en góndola explicó: «Existen márgenes de comercialización incrementados que resistirían un 10-12% de incremento sin afectar los precios. A partir de allí, seguramente se volcará el saldo de aumento del ganado».
Pero ése sería el inicio de un círculo vicioso. Según un representante de la industria frigorífica, «la reducción de oferta realimenta la reducción de oferta». Ya que el aumento del precio podría estimular el interés de algunos ganaderos de retener vientres.
Frente al posible disparo de los precios, enseguida surgen las inquietudes por el papel que jugará el Gobierno. La opción más dramática es que se decidan cerrar las exportaciones para planchar el precio interno de la carne. Se contaría con un 22% más de producto, que es lo que hoy se destina al mercado externo y se podría mantener el actual consumo de 70 kilos por habitante, el más alto del mundo. Esta opción dejaría sin empleo a 15.000 operarios, según el informe de Ciccra y, además, mantendría la liquidación de vientres.
«De lo contrario, el aumento del precio de la carne será tal que el consumo se retrotraerá a alrededor de 55 kilos per cápita, por año», dice el documento elaborado por Ciccra.
Para Fernando Canosa, presidente de la comisión de ganadería de la Asociación de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Acrea), no se deberían desaprovechar las alternativas que da el sector externo. «Es una buena situación para vender cortes de alta calidad al exterior y así conseguir que los consumidores del exterior puedan subsidiar el consumo interno», opinó.
La otra opción para amortiguar el golpe de la falta de oferta es aumentar el peso mínimo de faena, que hoy está en 280 kilos. Así lo expresó Héctor Salamaco del consorcio ABC: «La reducción de oferta puede ser mitigada si hay un cambio de paradigma. Hay que aumentar significativamente el peso de faena. De 280 kilos llevarlo a 300», opinó Salamaco.
Sacar novillos más pesados incrementaría la oferta de carne, aunque se mantenga la cantidad de animales. «La pregunta es cómo se aguantan los cuatro o seis meses que tienen que pasar para conseguir un peso más alto», se preguntó Roberto Bisang, economista y especialista en mercados agropecuarios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El temor a la escasez de terneros en la zafra del año que viene hizo que algunos feedlots empezaran a comprar terneros a futuro para asegurárselos. De todos modos, Eiras dijo que esta operatoria sólo fue adoptada por el 1% del total y que obedece a una conveniencia a nivel impositivo.
Fuente LA NACION