Tal es así, que organizaciones sociales, políticos, escritores e investigadores de todo el mundo se han unido con el objetivo de mostrar los impactos e impedir que la forestación siga avanzando. Para esto se declarado el 21 de setiembre “Día internacional contra los monocultivos de árboles”.
Nuestro país no ha estado al margen de esta realidad y en la actualidad los monocultivos forestales alcanzan a casi un millón hectáreas entre plantaciones de eucaliptos y pinos, pertenecientes a grandes empresas forestales, en su mayoría extranjeras. Estas plantaciones han significado un uso de tierras agrícolas y ganaderas y además han provocado cambios sustanciales en ecosistemas nativos de nuestro país como las praderas y el monte indígena.
Gran parte de estas plantaciones gozan del sello de certificación otorgado por el Forest Stewardship Council (FSC, Consejo de Manejo Forestal) por considerar que cumplen con el mandato de ser “ambientalmente apropiadas, socialmente beneficiosas y económicamente viables”. ¿Es esto realmente así?
FSC y agrotóxicos en Uruguay
El FSC autoriza que en la producción de árboles se pueda hacer uso de agrotóxicos, que incluyen herbicidas, funguicidas, insecticidas y raticidas, así como también los surfactantes, dispersantes y solventes utilizados en las distintas formulaciones. El FSC también destaca que los productos químicos utilizados están registrados por
El mayor uso de agrotóxicos que se utilizan en las plantaciones forestales son los herbicidas y hormiguicidas. Los hormiguicidas son fipronil y sulfluramida y cabe señalar que ambas sustancias fueron incluidas en mayo de
Tanto el fipronil como sulfluramida son insecticidas altamente persistentes en el ambiente, tienen efectos adversos sobre la salud humana, no se descomponen naturalmente y pueden permanecer largos períodos, incluso años, en el ambiente antes de desintegrarse. Pueden acumularse en los tejidos humanos y animales.
De acuerdo a las cifras que maneja el MGAP, en el 2008 ingresaron al país 111.580 kl/litros formulados y 6.323 kilos activos de fipronil, en tanto que las importaciones de sulfluramida fueron de 103.681 kilos del producto formulado, a los que se sumaron 311 kilos de principio activo.
Herbicidas en la forestación
En el 2005 el FSC incluyó al herbicida 2,4-D en la lista de sustancias altamente peligrosas. El fundamento de su inclusión estuvo basado por ser un hidrocarburo clorado. Estos compuestos permanecen en el medio ambiente durante años, también son solubles en grasa y tienden a acumularse en los tejidos grasos de la mayoría de los animales, bioacumulándose en la cadena alimentaria desde el plancton pasando por pequeños peces, pájaros y a los animales superiores incluyendo al ser humano. A pesar de existir un amplio conocimiento de los efectos negativos reconocidos por ellos mismos como tales, el FSC removió de la lista al 2,4-D, permitiendo así su amplio uso.
En Uruguay, en las plantaciones forestales se hace uso masivo de herbicidas, dentro de los que se encuentra el glifosato, que forma parte de todo el proceso productivo, empezando con la eliminación de malezas no deseadas en la preparación del suelo y terminando con la eliminación de los rebrotes de los árboles cortados, para comenzar así un nuevo ciclo de plantaciones acompañado del paquete de agrotóxicos.
Estudios realizados sobre el glifosato han demostrado sus efectos negativos en la salud de la gente y sus impactos en el ambiente.
Los “bosques” del FSC
Este 25 de setiembre, el FSC celebra el “Primer viernes internacional para celebrar los bosques de todo el mundo y para promover el manejo responsable de los mismos”.
Se trata entonces de una buena oportunidad para recordarle al FSC que las plantaciones no son bosques. También es una fecha oportuna para instarle a que revea las autorizaciones de uso de los hormiguicidas fipronil y sulfluramida, así como del herbicida 2,4-D por ser altamente contaminante. Finalmente, es un buen momento para instar al FSC a que realice una evaluación de los impactos que están causando las plantaciones forestales en nuestro país a nivel general y en particular en relación al uso de los agrotóxicos, fipronil y sulfluramida y muy especialmente los efectos del glifosato, tanto en la salud de la gente como en el ambiente.
Si no fuese así, “su visión” de proteger los derechos y necesidades de las presentes y futuras generaciones solo será un maquillaje verde cargado de contaminación y destrucción de las comunidades donde estos monocultivos se encuentran.
Fuente: Biodiversidad en América latina y el caribe RAPAL Uruguay