Este nuevo encuentro ofreció espacios de exposición sobre experiencias de multiplicación y conservación de semillas campesinas. Entre otras actividades, se destacó el debate sobre el patrimonio semillero en manos de los agricultores, además del tradicional intercambio de semillas, estacas, plantines y todo tipo de material de siembra, y el cierre tuvo como broche de oro el imponente marco que brindó las Cataratas del Iguazú, donde los participantes se despidieron hasta el próximo encuentro.
Exposiciones de los participantes
“Para llegar a mi casa tengo que caminar unos 20 kms. rodeado de pino, los tiempos cambiaron mucho, pero ahora lo importante es volver a hacer con la tecnología de hoy, lo que hacían nuestros abuelos, y poder conservar mejor nuestras semillas y debemos ser multiplicadores de nuestras actividades y seguramente nuestra descendencia van a poder seguir viviendo sanamente, con comidas sanas, orgánicas y cultivando la tierra en nuestras chacras. Cuando compramos alimentos producidos en las chacras, le estamos dando un valor agregado al productor y nosotros como productores debemos mantener la siembra con semillas autóctonas y poder brindar la posibilidad a personas que no tienen para sembrar y continuar con una cadena alimentaria sana”. Así se refería Don Sanabria, un productor de Colonia Lanusse.
Ana, relató, como aporte a la importancia de la conservación de la semilla y la transmisión de los conocimientos. “Mi papá vivía en Polonia y en 1914 fue llevado a Siberia, y pasaron muy mal: Cuando volvieron, se alimentaron una familia de ocho personas, cada día una hoja de ortiga y dos cucharadas de harina, esto fue durante tres meses, hasta que pudieron comer unas papas que habían cultivado, pero estas papas había que cuidar y contarlas para que alcancen durante el año, recién al año siguiente tuvieron suficiente para comer.
Mi papá, antes de la segunda guerra mundial, vino a la Argentina y era muy agradecido a esta tierra por todo lo que se podía cultivar; falleció a los 93 años muy agradecido con esta tierra que le dio de todo, y educó a sus hijos en la conservación de las semillas y transmitió sus conocimientos”.
“Primero, hay muchas especies que se están perdiendo, que nos habían hablado nuestros abuelos y padres, ahora hay que buscarlas y cultivarlas con mucho cuidado. Por otra parte tenemos que tener una puesta en común por los nombres, por las distintas culturas e idiomas como se conocen y lo principal es el aporte de los jóvenes que nos vienen diciendo como se pueden plantar, indicando otras alternativas para recuperar, sembrar y conservar mejor”. Esto fue el aporte de María que llegó desde Montecarlo.
Alejandro, alumno de la Escuela Agrotécnica de Eldorado (EAE), hizo de vocero del grupo de estudiantes, manifestó: “Es muy importante mantener la legitimidad de la semilla, es muy preocupante pensar en una semilla que contenga un gen de otra especie o animal. Y teniendo la semilla es como tener una llave y el poder de seguir cultivando su chacra. En cuanto al encuentro es muy importante porque todos tenemos algo para aportar y aprender, es muy bueno este tipo de intercambio para mantener la continuidad de la semilla”.