10.08.16 Se pospondrían las grandes reformas, como las dirigidas a las empresas estatales.
Los más poderosos líderes de China están reunidos para su cónclave anual en el resort de la playa de Beidaihe, donde discutirán el rumbo que seguirá la segunda mayor economía del mundo. Y se espera que los datos económicos que se publican durante esta semana confirmen la estabilización del crecimiento conseguida durante la primera mitad del año, lo que se ve reflejado en el respiro que han dado los mercados financieros y las salidas de capitales, contrastando con el panorama que se vivía hace un año.
Sin embargo, los expertos destacan que la estabilidad ha venido con un precio, ya que las autoridades han utilizado fuertes dosis de crédito barato, haciendo crecer el apalancamiento de un país que tiene una deuda de 2,5 veces el tamaño de su economía.
Detrás de la renuencia a una reorganización económica de gran escala está el deseo de estabilidad. Según los analistas para China de Credit Suisse las autoridades chinas “prefieren apostar a seguro, en lugar de ejecutar reformas sustanciales – como la reforma a empresas estatales, especialmente”.
Las firmas estatales implican una palanca importante para el aumento gradual de crecimiento a través de gastos de infraestructura, por lo que los funcionarios son reacios a implementar cambios de amplio alcance. Sin embargo, su dominio en el acceso al capital ha exprimido oportunidades para el sector privado más eficiente, lo que contribuye a una acumulación de la morosidad.
“Las consecuencias inmediatas, por supuesto, son relativamente favorables a la estabilidad, pero con costos a medio y largo plazo por no haber cambios en las políticas que están causando inestabilidad”, indicó George Magnus, asesor económico de UBS.