Así lo ha explicado en una entrevista con Efeagro la directora técnica de
El Observatorio de Precios del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino establece el precio medio en origen de la naranja en 24 céntimos por kilo y el de la mandarina en 33, más de un 30 por ciento superiores a los de la campaña pasada; mientras que el precio de venta ha sido de 1,45 y a 1,85 euros, respectivamente, lo que las sitúa en valores muy similares al año anterior.
Siguan ha detallado que se recogieron un total de 5,7 millones de toneladas de naranjas y mandarinas, lo que supone un descenso que atribuye a las condiciones meteorológicas del invierno, con «frío, viento y lluvias», y al mayor índice de humedad, que causa «pérdidas en campo y en almacenes, ya que la fruta madura aguanta menos».
Especialmente satisfactoria fue, en su opinión, la primera mitad de la campaña citrícola, porque «todo evolucionó al ritmo adecuado, con una menor producción y sin presión de la oferta», pero la situación cambió con la llegada del frío, a partir de diciembre.
También ha recordado que el precio en el lineal, tanto de naranjas como de mandarinas, «sigue igual que hace diez o quince años, siempre alrededor de un euro», pero que los costes de producción -«agua, abonos o la electricidad»- no han dejado de incrementarse.
Siguan ha señalado que los datos muestran una caída de las exportaciones de casi el 10 por ciento -lo que coincide con el descenso de la producción-, mientras que en el mercado interior «los volúmenes son similares a los de la campaña anterior».
Durante esta campaña (septiembre-mayo), se han exportado más de 4 millones de toneladas de cítricos, lo que supera con creces la cantidad de producto importada, 88.000 toneladas, que, además, también van dirigidas a la reexportación, sobre todo fuera de temporada, según los datos de Intercitrus.
Por destinos, casi la mitad de la producción citrícola se dirige al mercado comunitario (45 por ciento); el 21 por ciento, al mercado nacional; mientras que a países terceros llega algo menos del 4 por ciento del total.
El 30 por ciento restante corresponde a la suma de la producción destinada a la industria (fundamentalmente a la de zumos), con un 19 por ciento del total, y a las pérdidas registradas en campo y almacén, que suponen el 11 por ciento.
Las estadísticas de
Siguan ha incidido en las trabas que existen para vender fruta española en países como China, Japón o Corea, donde «hace falta un apoyo institucional e ir en grupo» para poder tener éxito y convertirlos en mercados importantes.
Estas dificultades para comerciar con países tan lejanos son mayores incluso en el caso de los cítricos, por su carácter perecedero, ya que, como ha precisado, «un contenedor, desde España, tarda un mes en llegar».
Sin embargo, Siguan ha abogado por mantener la presencia en dichos mercados, pese a que «trabajar con Oriente exige dedicarle mucho tiempo y no siempre es rentable», para poder aprovechar las posibles oportunidades que puedan surgir.
Por su parte, mercados como el italiano, el portugués o el argelino «han ido creciendo» en los últimos años, mientras que Egipto y Turquía o incluso
Otro área de interés es Sudamérica, donde se podría vender «en contraestación», ya que cuando allí es verano -y no hay producción-, en España es invierno, aunque «la crisis económica lo hace más complicado».
Siguan ha denunciado, además, la «competencia desleal» que ejercen terceros países al no tener que cumplir con las mismas normas -fitosanitarias o de calidad, por ejemplo- que los productores de
También ha lamentado que la gran distribución, en ocasiones, «rompa toda la cadena y el trabajo que ha habido detrás» de la llegada de las frutas al lineal, al ofrecer producto de baja calidad y de manera inadecuada.
«Lo que de verdad obliga a los consumidores a hacer la compra semanalmente es el producto fresco, y ahí la distribución tiene la oportunidad de dar un tirón que no aprovecha», ha apuntado.