Fundamentos de la propuesta
El conocimiento de la yerba mate se remonta a los albores de la cultura guaranítica. Inicialmente la yerba mate era aspirada por los chamanes en las ceremonias religiosas.
De los guaraníes, los conquistadores aprendieron su uso y las virtudes que posee, e hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico desde su zona de origen a todo el Virreinato del Río de la Plata.
Más tarde los jesuítas introdujeron el cultivo en algunas reducciones. Sus misiones estaban distribuidas en la región que constituyen la provincia de Misiones, Norte de Corrientes y Sur de Paraguay y Sudoeste brasileño, a fin de evitar las grandes distancias que los separaban de los lugares de producción. Ellos habían develado el secreto de la misteriosa germinación de las semillas de yerba, descubriendo que solamente germinan aquellas semillas que han pasado por el sistema digestivo de los tucanes. Pero en su expulsión, ocurrida en 1769, se llevaron con ellos el secreto, sobreviniendo el abandono de las plantaciones y perdiéndose la tradición del cultivo. Aunque los jesuítas preferían tomar mate cocido en lugar de mate, fueron los grandes responsables de que la yerba fuera conocida en el mundo civilizado, en donde llegó a conocérsela como el «té de los jesuítas».
Más de medio siglo después, el famoso naturalista francés Aimé Bonpland inició los primeros estudios científicos sobre la planta de la yerba mate, su cultivo y sus usos. Dos años más tarde, en París el botánico Saint Hilaire clasificó a la yerba como llex Paraguarensis.
Fue Bonpland quien redescubrió el secreto de la germinación, pero éste volvió a perderse con la extinción del botánico. Recién hacia 1903 en Santa Ana -Misiones- se vuelve a descubrir que sólo germinan aquellas semillas que han pasado por el sistema digestivo de ciertas aves y se realiza la primera plantación moderna de Yerba Mate
Hasta entonces y aún por muchos años, la yerba que se consumía provenía de la selva, de plantas silvestres que crecían en manchones con gran densidad de árboles, llamadas islas. La explotación irracional, en la que la tala de los árboles fue moneda corriente por siglos, terminó insumiendo por completo el recurso que parecía inagotable. Sólo con las plantaciones racionales, los cultivos de yerba volvieron a hallar su lugar en la historia.
El mate fue participe de las grandes gestas emancipadoras del país del siglo XIX, acompañando a los ejércitos patriotas, siendo una excelente herramienta durante las guerras, para mantener la salud y la moral de las tropas en la precariedad que vivían, con las dificultades logísticas que se planteaban, el escenario que se desarrollaban los combates, la falta de medios y la privaciones padecidas por los soldados. Existe abundante documentación histórica que acredita que el mate sirvió, en muchos casos, como única ingesta de los combatientes durante varios días, cuando por distintos inconvenientes se resentía la provisión de alimentos.
Durante los primeros años del siglo XX, nacieron las grandes industrias yerbateras de la Argentina, que se establecieron en los puertos del Sur, Rosario y Buenos Aires, pues la yerba mate, que seguía siendo explotada en su mayoría en los montes naturales de Brasil y Paraguay, era transportada por el Río Paraná.
En la década de 1920, cuando comenzó la colonización de Misiones, el Gobierno Nacional le adjudicó parcelas de tierra a los colonos europeos con la condición de que una parte de la misma fuera implantada con yerba mate. Cuando esas plantaciones comenzaron a producir, los Industriales Yerbateros de Rosario y de Buenos Aires se negaron a comprar esa yerba, pues les convenía seguir abasteciéndose de la materia prima paraguaya y brasilera. Pronto, esa situación produjo una gran crisis en Misiones, ya que los productores no podían vender su producción, y como consecuencia de ello, se produjo la primera intervención estatal. Así, en 1936 se dictó la Ley 12.236 y se creó la «Comisión Reguladora de la Yerba Mate» y el «Mercado Consignatario de Yerba Mate Nacional Canchada», mediante los que se prohibió la plantación de yerba mate y se establecieron cupos de producción. Mientras que la intervención del Estado minó el espíritu empresario de los yerbateros, hasta 1966 los Industriales de Buenos Aires y Rosario continuaron importando yerba de Paraguay y Brasil.
En 1989 se eliminó la CRYM, pero sin crear un mecanismo que acostumbrara al productor a trabajar sin la intervención estatal y dejándolo repentinamente expuesto al mercado. Fue asi como a partir de 1995 se llegó a la última crisis de superproducción, cuando por exceso de materia prima se produjo una gradual pero importante caída del precio que dura hasta el día de hoy.
En el año 2002 se crea mediante la ley nacional ? 25.564 el Instituto Nacional de la Yerba Mate INYM cuyos objetivos son promover, fomentar y fortalecer el desarrollo de la producción, industrialización, comercialización y consumo de la yerba mate y sus derivados en sus diferentes modalidades de consumo y usos, procurando la sustentabilidad de los distintos sectores involucrados en la actividad. Su Directorio está integrado por representantes de la cadena de producción yerbatera, representantes oficiales de las dos provincias productoras y del gobierno nacional.
A pesar de los innumerables intentos y al paso de los siglos, la yerba mate siempre se resistió a crecer fuera del perímetro que antiguamente fuera habitado por los guaraníes. Nació en América del Sur y sigue siendo una planta bien americana, pero no de cualquier parte del continente. El área de producción de la yerba mate se restringe al Noreste de Corrientes, Misiones, Paraguay y Sur de Brasil. Allí la temperatura, humedad y tierras se conjugan para lograr las condiciones ideales para su desarrollo. Por más que se ha intentado cultivarla en zonas similares de América del Norte, Asia y África, los ensayos han fracasado, y así es como la yerba mate se conservó como un tesoro exclusivo de invalorable importancia para estas regiones.
Cuándo descubrieron los guaraníes las virtudes de la yerba y cómo desarrollaron la mejor forma de disfrutarla, es algo que permanece en el oscuro pasado prehistórico. Sabemos, sin embargo, que los españoles adoptaron instantáneamente la costumbre indígena y los criollos la convirtieron en fruto de pasión e identidad.
Desde la elaboración de la yerba hasta la forma de consumo, la costumbre del mate ha permanecido inalterada desde tiempos remotos y por cinco siglos de historia, arraigándose cada vez más en los usos del sur de Sudamérica y aún extendiéndose a lugares muy lejanos. En la Argentina es la bebida más consumida después del agua de la canilla, sin distinción de clases sociales ni edades. Estudios recientes encarados por el INYM indican que el mate está presente, en sus distintas modalidades, en el 92% de los hogares argentinos por lo que se sostiene que es un producto absolutamente transversal a todos los niveles económicos y sociales.
Se ha comprobado fehacientemente los efectos beneficiosos de la yerba mate a partir de investigaciones científicas llevadas a cabo por casas de altos estudios en distintos países. Posee una importante acción antifatigante y energizante, resultado de la concentración de bases xánticas. También de
bemos destacar la acción tónico-estimulante general, a la que se suma su acción como activador del sistema nervioso central, en particular la corteza cerebral, estimulando las funciones psíquicas, mejorando la atención y la asociación de ideas. También encontramos sustancias llamadas flavonoides y polifenoles, que son responsables de la acción antioxidante, presente en la yerba. Los antioxidantes han cobrado gran importancia en la búsqueda y mantenimiento de la salud, previniendo el envejecimiento temprano.
Argentina es el principal productor mundial de yerba mate. En particular, la producción se concentra en las provincias de Misiones y Corrientes abarcando una superficie de 200 mil hectáreas con las cuales se abastece el consumo local y otras plazas, totalizando alrededor de 18.000 productores yerbateros, 230 secaderos y 130 molinos elaboradores.
Es necesario destacar al Padre Guillermo Furlong cuando decía refiriéndose al mate «Siendo la más popular de las bebidas en amplios sectores de pueblos como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, debe considerarse esta infusión, tanto por sus orígenes, por su antigüedad en vigencia, como la única modalidad esencialmente privativa de nuestro folclore».
Por todo lo expuesto solicito a mis pares me acompañen en la firma del presente
proyecto de declaración. ^
El conocimiento de la yerba mate se remonta a los albores de la cultura guaranítica. Inicialmente la yerba mate era aspirada por los chamanes en las ceremonias religiosas.
La forma actual de consumir la yerba en el Mate fue tomada por los guaraníes del pueblo inca que adaptaron al consumo de la yerba mate. Inicialmente se consumía como bebida fría.
Más tarde, fue conformándose en un alimento básico de los indios, que la usaban como bebida, sorbiéndola de calabacillas mediante bombillas hechas de cañas o también mascándola durante sus largas marchas. La yerba tenía en la cultura guaraní un rol social más allá del fin meramente nutritivo, pues era objeto de culto y ritual, a la vez que moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos prehispánicos: los incas, los charrúas y aún los araucanos a través de los pampas, recibían yerba elaborada de manos de los guaraníes. Caá en guaraní significa yerba, pero también significa planta y selva. Para el guaraní, el árbol de la yerba es el árbol por excelencia, un regalo de los Dioses. Tomar la savia de sus hojas era para ellos beber la selva misma.
De los guaraníes, los conquistadores aprendieron su uso y las virtudes que posee, e hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico desde su zona de origen a todo el Virreinato del Río de la Plata.
Más tarde los jesuítas introdujeron el cultivo en algunas reducciones. Sus misiones estaban distribuidas en la región que constituyen la provincia de Misiones, Norte de Corrientes y Sur de Paraguay y Sudoeste brasileño, a fin de evitar las grandes distancias que los separaban de los lugares de producción. Ellos habían develado el secreto de la misteriosa germinación de las semillas de yerba, descubriendo que solamente germinan aquellas semillas que han pasado por el sistema digestivo de los tucanes. Pero en su expulsión, ocurrida en 1769, se llevaron con ellos el secreto, sobreviniendo el abandono de las plantaciones y perdiéndose la tradición del cultivo. Aunque los jesuítas preferían tomar mate cocido en lugar de mate, fueron los grandes responsables de que la yerba fuera conocida en el mundo civilizado, en donde llegó a conocérsela como el «té de los jesuítas».
Más de medio siglo después, el famoso naturalista francés Aimé Bonpland inició los primeros estudios científicos sobre la planta de la yerba mate, su cultivo y sus usos. Dos años más tarde, en París el botánico Saint Hilaire clasificó a la yerba como llex Paraguarensis.
Fue Bonpland quien redescubrió el secreto de la germinación, pero éste volvió a perderse con la extinción del botánico. Recién hacia 1903 en Santa Ana -Misiones- se vuelve a descubrir que sólo germinan aquellas semillas que han pasado por el sistema digestivo de ciertas aves y se realiza la primera plantación moderna de Yerba Mate
Hasta entonces y aún por muchos años, la yerba que se consumía provenía de la selva, de plantas silvestres que crecían en manchones con gran densidad de árboles, llamadas islas. La explotación irracional, en la que la tala de los árboles fue moneda corriente por siglos, terminó insumiendo por completo el recurso que parecía inagotable. Sólo con las plantaciones racionales, los cultivos de yerba volvieron a hallar su lugar en la historia.
El mate fue participe de las grandes gestas emancipadoras del país del siglo XIX, acompañando a los ejércitos patriotas, siendo una excelente herramienta durante las guerras, para mantener la salud y la moral de las tropas en la precariedad que vivían, con las dificultades logísticas que se planteaban, el escenario que se desarrollaban los combates, la falta de medios y la privaciones padecidas por los soldados. Existe abundante documentación histórica que acredita que el mate sirvió, en muchos casos, como única ingesta de los combatientes durante varios días, cuando por distintos inconvenientes se resentía la provisión de alimentos.
Durante los primeros años del siglo XX, nacieron las grandes industrias yerbateras de la Argentina, que se establecieron en los puertos del Sur, Rosario y Buenos Aires, pues la yerba mate, que seguía siendo explotada en su mayoría en los montes naturales de Brasil y Paraguay, era transportada por el Río Paraná.
En la década de 1920, cuando comenzó la colonización de Misiones, el Gobierno Nacional le adjudicó parcelas de tierra a los colonos europeos con la condición de que una parte de la misma fuera implantada con yerba mate. Cuando esas plantaciones comenzaron a producir, los Industriales Yerbateros de Rosario y de Buenos Aires se negaron a comprar esa yerba, pues les convenía seguir abasteciéndose de la materia prima paraguaya y brasilera. Pronto, esa situación produjo una gran crisis en Misiones, ya que los productores no podían vender su producción, y como consecuencia de ello, se produjo la primera intervención estatal. Así, en 1936 se dictó la Ley 12.236 y se creó la «Comisión Reguladora de la Yerba Mate» y el «Mercado Consignatario de Yerba Mate Nacional Canchada», mediante los que se prohibió la plantación de yerba mate y se establecieron cupos de producción. Mientras que la intervención del Estado minó el espíritu empresario de los yerbateros, hasta 1966 los Industriales de Buenos Aires y Rosario continuaron importando yerba de Paraguay y Brasil.
En el año 2002 se crea mediante la ley nacional ? 25.564 el Instituto Nacional de la Yerba Mate INYM cuyos objetivos son promover, fomentar y fortalecer el desarrollo de la producción, industrialización, comercialización y consumo de la yerba mate y sus derivados en sus diferentes modalidades de consumo y usos, procurando la sustentabilidad de los distintos sectores involucrados en la actividad. Su Directorio está integrado por representantes de la cadena de producción yerbatera, representantes oficiales de las dos provincias productoras y del gobierno nacional.
Argentina es el principal productor mundial de yerba mate. En particular, la producción se concentra en las provincias de Misiones y Corrientes abarcando una superficie de 200 mil hectáreas con las cuales se abastece el consumo local y otras plazas, totalizando alrededor de 18.000 productores yerbateros, 230 secaderos y 130 molinos elaboradores.
Es necesario destacar al Padre Guillermo Furlong cuando decía refiriéndose al mate «Siendo la más popular de las bebidas en amplios sectores de pueblos como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, debe considerarse esta infusión, tanto por sus orígenes, por su antigüedad en vigencia, como la única modalidad esencialmente privativa de nuestro folclore».