“A quienes tienen una o más hectáreas de yerba improductivas y dicen que no pueden vivir de eso, quiero decirles que si se puede, que sólo es cuestión de escuchar los consejos que dan los técnicos del INYM y ponerse a trabajar. Hace dos años iniciamos ese camino y el último verano pasamos sin tener que salir a buscar un empleo, viviendo de lo que nos da la yerba”. Optimista, esperanzador, el mensaje de María Estela Viera, productora de Concepción de la Sierra, ilustra el objetivo del Servicio de Extensión Yerbatero del INYM en toda la zona productora.
María y su esposo Horacio Bezlichlibiak tienen 3,50 hectáreas de yerba mate, una parte corresponde a un cultivo de más de 40 años y otra más reciente. Dedican la mayor parte de su tiempo a mejorar la productividad con prácticas sustentables recomendadas por el INYM y con buenos resultados. El año pasado cosecharon 2.800 kilos de hoja verde, y para este 2021 prevén una mejora sustancial: 3.500 kilos.
Preservación de árboles nativos
El viejo yerbal fue ampliado preservando la naturaleza. Al despejar la superficie para plantar, dejaron en pie algunos árboles y prevén incorporar más en el lugar. “Leí algunas notas del INYM y también vi en la tele que los árboles son aliados nativos de la yerba mate, que ayudan a mitigar los efectos del sol, del viento y las plagas, así que cuando limpiamos la tierra para plantar dejamos los árboles y ahora sacamos semillas de paraíba, que es típico de esta zona, para sembrar”, agregó.
Los plantines de yerba recién incorporados al suelo son atendidos con muchos esmero. “Cuidamos muchos las plantitas, incluso cuando recién plantamos, regamos con agua que trajimos de un arroyo y prendieron”, contó María.
Para proteger el suelo, los productores recibieron del INYM semillas de cubiertas verdes. “Nos dieron 10 kilos de nabo forrajero, 15 de cebadilla y 15 de avena. Sembramos todo con asada porque no queremos meter rastra; antes cuanto más rojo el suelo, mejor; hoy sabemos que es lo contrario: cuanto más verde, mejor”, contó Juan.
A la hora de la cosecha, el corte tradicional es reemplazado por el de rama madura. “Antes, previamente hacíamos el viruteo y después sacábamos toda las ramas verdes, pero ahora no: resolvimos experimentar únicamente con rama madura y se ve la diferencia, un 60 por ciento de diferencia”, destacó el hombre.
Asistencia técnica
El yerbal tiene más de 40 años. “Acá se hacía un manejo de mucha rastra, herbicida y cosecha tradicional. Este año se decidió implementar una mejora en manejo de suelo y planta para recuperar al rinde de hojas”, explicó Vanesa Ortega, técnica del INYM, quien brinda asistencia a productores ubicados en Leandro N Alem, Gobernador López, Mojón Grande, Itacaruaré y Concepción de la Sierra.
Para mejorar la infiltración y retención de agua, el suelo fue atendido con “un subsolado calle de por medio”, indicó.
Las plantas, por su parte, también recibieron un tratamiento diferencial. “Se hizo un rebaje intensivo, profundo; este año se hizo limpieza y rebaje de altura. Como no generaba buena brotación, se sacó madera vieja y se dejaron brotes nuevos”, agregó.
La transición entre el tradicional manejo de yerbal y las nuevas prácticas, más amigables con el ambiente, va dando sus frutos.
En ese sentido, el testimonio de María es alentador: “Tenemos dos niños que van a la escuela y con mi marido nos dedicamos a trabajar e invertir en el yerbal, y digo invertir porque hay que devolverle algo de lo mucho que nos da, un subsolado, fertilizante… y con eso, sumado a recomendaciones de la técnica del INYM, nuestra experiencia indica que se puede vivir de la yerba: Hace dos años y medio deje de trabajar de empleada y mi marido dejó de tarefear y cortar pasto en otros yerbales; ya hizo un verano que no necesitamos ir a trabajar afuera”.