Hay que aclarar que no es expropiación ni tiende a ello. La intención es social y económica. Pretende que familias rurales no se acantonen en los pueblos y se aglomeren en villas miserias. El autor del proyecto actualiza el debate del uso de la tierra, primigeniamente gestado en forma de planes y documentos en los años 70 por varias pléyadas de profesionales del Inta, Asuntos Agrarios, del viejo Coprode y de otros tantos organismos afines, y que nunca fuera tratado con la seriedad requerida. Muchos de esos profesionales estudiosos ya no están, como Aldo Cinto, Tito Levy, Novominski, Lasserre, Bofelli, Sharp, Orlinski, Rubito Olmos…
Profesionales que pusieron sobre el tapete la situación social y económica de la provincia de entonces, en particular, el impedimento de la expansión de las fronteras agropecuarias mediante la tala de árboles. Sobre este punto específico analizaban: Misiones posee escasas 3 millones de hectáreas y 450.000 habitantes -34% población urbana y 66% rural-.
De esta masa territorial el 40% corresponde a la región boscosa que debe protegerse; 30% -alrededor de un millón de has- calificada para obtener productos agropecuarios y, el resto, 30%, destinado a centros urbanos, caminos y tierras no cultivadas.
Decían, que ese millón de hectárea potencialmente rica para producir parte de la dieta alimentaria que los misioneros necesitamos, debía preservarse con ese fin exclusivo y evitar la irracional manera de explotarla.
Ponían de ejemplo la compra de parcelas para forestar por componentes capitalistas, mayoritariamente extraprovincial, que inutilizaban campos y hermosos valles de producción alimentaria, en lugar de implantarlas en tierras improductivas y capuerales.
¿Cuánta de esta superficie disminuyó en 40 años si el área forestada pasó de 144 mil hectáreas a 400 mil, además de la implantación de nuevos cultivos perennes?. Situación agravada por el aumento de la tasa de población misionera, una de las más altas del país, que ya sobrepasó el millón de habitantes y cuyo asentamiento se desplaza a tierras cultivables. Tal perspectiva se agudiza por la incontenible disminución de la población rural que bajó del 64 al 30%, debido al gran éxodo del chacarero a las ciudades, hacinándose en verdaderos guetos de pobreza. La ganadería por ejemplo: de 200 mil cabezas en los 70, hoy pastan 400 mil bovinos en 400 mil hectáreas. A una cabeza por ha.-de hecho extremadamente excesiva- debe colegirse que hay sobre-pisoteo y la única manera de expansión, como alienta con buen criterio el gobierno, es haciendo praderas artificiales, eufemísticamente una forma de propiedad horizontal para albergar más animales. De lo contrario, sería un despropósito tumbar árboles para meter vacas o ubicarlas en tierras de cultivo agrícola.
Debemos tener presente que en Misiones ha caducado el viejo concepto de las fronteras agrícolas sin límites y el pensamiento de los recursos naturales inagotables. Modelo productivo que pertenece al pasado y no se repetirá.
Es por ello, que la inteligencia y la razonabilidad deben estar al servicio de bien común y, entender, que el uso de las tierras improductivas, la reconversión productiva, la recuperación de predios con plantaciones obsoletas, el ordenamiento territorial y el hambre cero, acompañando al cuidado ambiental, deben ser tratados y debatidos en forma conjunta como política de Estado. Su objetivo debe orientarse a revertir la ley de Malthus que ensombrece como oscuro fantasma a nuestra provincia, asegurando mejor estándar de vida a los marginales actuales y a las generaciones por venir. El debate es necesario y debe instalarse en la sociedad porque concierne, no solamente al Gobierno, sino a todos los misioneros, principalmente a los integrantes de los partidos políticos, en su afán por erigirse como alternativa de gobierno.
Dr. rubén Emilio García
Veterinario