Manejar la capuera y aprovechar lo que la naturaleza brinda son parte de las recomendaciones que brinda el INYM a los productores para recuperar el suelo y mitigar los efectos de la sequía
Con el sol a pleno y las lluvias que tardan en llegar, la mirada está puesta en el suelo del cultivo de yerba mate. “El suelo tiene que estar siempre cubierto; nosotros recomendamos un manejo lo más natural posible, o dicho de otro modo: si hay malezas, que sean aliadas de la producción, o sea debemos dejar que crezcan e ir manejando eso hasta incorporar coberturas de invierno y verano que cumplen su ciclo y después quedan sobre la superficie, evitando entrar a hacer limpieza y el uso de herbicidas”, explicó el ingeniero agrónomo Matías Bazila, del Área Técnica del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). De esta manera, continuó, “se va regenerando el recurso, se evita el efecto directo de los rayos solares, se propicia la infiltración de agua y se mantiene más tiempo la humedad, lo que por supuesto beneficia al cultivo”.
Las recomendaciones llegan a través de los técnicos del INYM que visitan las chacras, donde tras identificar la situación de cada yerbal, definen junto a los productores cómo hacerlo más eficiente. “Lo que hay es un intercambio de conocimientos: nosotros los técnicos acercamos lo que sabemos y en las charlas que tenemos con los agricultores aprendemos otras cosas; en ese ir y venir de experiencias, vamos viendo cómo mejorar el yerbal”, contó Damián Rivero, técnico del INYM que asesora a productores que tienen un promedio de entre 10 y 12 hectáreas de cultivo en Parada Leis, Fachinal y San José. “Cada productor es singular; cada yerbal tiene su impronta y requiere una determinada atención, aunque en todos los casos partimos de recuperar primero el suelo de manera natural para después pasar al manejo de la planta”, dijo el técnico.
En las chacras
Demetrio Krutki, de 22 años, es la tercera generación de la familia de origen polaco en las tierras donde tienen cinco hectáreas de yerba mate en Parada Leis. Y es quien decidió realizar un cambio radical en el manejo del cultivo, optando por prácticas amigables con el ambiente y con asesoramiento del INYM. “En un curso que dieron aprendí sobre la importancia de la materia orgánica para la fertilidad del suelo y cómo eso beneficia a la yerba, así que este año destiné parte de la plata de la venta de hoja verde a una macheteadora y ahora lo que hago es dejar crecer las malezas y voy controlando eso con la macheteadora”, contó.
De la misma manera, Héctor Poterala asumió el desafío de recuperar un yerbal que tiene cuadros de 35 y 40 años de edad en Fachinal. “Acá hay 17 hectáreas plantadas, pero con muchas fallas y con plantas muy viejas, el suelo está muy deteriorado, con mucha cola de zorro y flechilla, así que si juntamos las que realmente dan para una cosecha, tenemos que hablar de 12 hectáreas”, evaluó.
En ambos casos, explicó el técnico Rivero, “se está realizando un trabajo minucioso de manejo natural del suelo, dejando crecer la cobertura espontánea para dar mayor capacidad de recuperación de nutrientes; en estos yerbales se plantarán poroto mucuna y poroto guandú que van a cumplir el mismo objetivo que el subsolado, o sea van a trabajar de manera natural la exploración del suelo en profundidad y captarán nitrógeno del ambiente”.
Luis Ricardo Barchuk, productor de San José, también optó por cortar las malezas con motoguadaña y hacer un subsolado. “Paso la motoguadaña dos veces al año en el entre lineo; hace cuatro años hice un subsolado y ahora volví a repetir pero con una pasada por calle, y corto la yerba una vez al año, a fin de julio o los primeros días de agosto, dejando más de 15 por ciento de hojas en la planta”. Destacó el aporte técnico al referenciar que “en la recorrida con la gente del INYM que hicimos hoy por el yerbal conocí lo que es el taladro, no sabía que estaba en mis plantas y si, efectivamente está y ya aprendí un poco más”.
La ausencia de lluvias es el común denominador en las chacras. “La verdad es que hay mucha preocupación, ya van varios meses que no llueve grande… desde el mes de marzo que no hay lluvia importante y se nota la falta de agua para la huerta, para los animales, para la yerba”, subrayó Barchuk.
La asistencia del INYM abarca capacitación en recolección de semillas de cubiertas verdes, el reconocimiento de especies que crecen de manera espontánea en el yerbal y pueden comportarse como aliadas en el cultivo de yerba mate, y planificación del corte de ramas y hojas de yerba mate, entre otras acciones.
Malezas y subsolado
La capuera que hace algunos años atrás representaba un problema, hoy se perfila como aliada en la producción. “Hay yerbales que tienen suelos muy compactados y esa condición disminuye o impide la infiltración de agua, y si ese suelo está desprotegido, ‘pelado’, como decimos acá, el escenario es peor”, indicó Bazila.
La forma más práctica y al alcance de todos para revertir esa situación es mantener las especies que naturalmente crecen en los entre lineos de la plantación. “Hay que recuperar el suelo primero con lo que crece espontáneamente ir manejando con uno o dos macheteos al año, para después incorporar cubiertas verdes de invierno o de verano. Eso es algo que se está haciendo en superficies con la cola de zorro, por ejemplo, que se corta y el mismo material cortado va impidiendo que esa especie considerada una plaga, se regenere; o sea la misma cobertura que fue cortada impide el crecimiento de la cola de zorro, va disminuyendo y así cambiando las condiciones del suelo y da lugar para otra cubierta verde”, profundizó.
Bazila reiteró que “tenemos que aprovechar las malezas a nuestro favor para ir revirtiendo la degradación; aplicando ese método, en un par de años se pueden ver buenos resultados porque se va recuperando fertilidad y eso lo que necesitan las plantas de yerba para dar buenas y muchas hojas”.
Subsolado
El técnico expresó que “el agua útil es el agua que entra en el suelo cuando llueve y eso se logra en suelos protegidos”. Si lo que tenemos son suelos compactados, “es preciso realizar el subsolado”. Para que esta práctica sea efectiva, hay que prestar atención a los siguientes ítems: “hacer el subsolado cuando la yerba ya no esté en brotación; ver dónde está la mayor compactación: si en el medio del entre lineo o donde está la huella del tractor; ver a qué profundidad está esa compactación, algo que con una pala se puede identificar, y en caso de que el suelo no presente prácticamente ninguna vegetación, lo ideal es sembrar alguna cubierta cuando se abra el surco”.
¿Cada cuánto hay que hacer el subsolado?, preguntamos. “ Si se hace el subsolado y se mantiene el suelo con vegetación, pueden pasar varios años hasta que sea necesario un nuevo subsolado”, respondió.