El gobierno brasileño y sus empresas agroindustriales están invirtiendo muchos reales para estimular el uso de programas informáticos en sus empresas agropecuarias. Lo ven como un proceso necesario para garantizar la trazabilidad y confiabilidad de sus cadenas productivas, una exigencia cada vez más seria de sus clientes y una forma de sortear con responsabilidad “las barreras sanitarias”.
Pero también lo están analizando como un mercado prometedor para sus exportaciones de agro-software. “Especialmente en los países en desarrollo de América Latina y África, que pueden aprovechar las soluciones informáticas que venimos elaborando”, destacó Gláucia Critter Chilatto, manager internacional de negocios de la Sociedad Brasileña para la Promoción de Exportaciones de Software (Softex).
Critter Chilatto habló con El Litoral, y con un grupo de periodistas de Chile, Bolivia, Panamá, Colombia y Perú, en Expointer 2009 (Esteio, Porto Alegre), la megamuestra más tradicional de la agroindustria de Brasil. En este rubro, los brasileños han crecido con fuerza en los últimos 5 años.
En este momento cuentan con 180 empresas que comercializan más de 400 programas específicos para informatizar la gestión del tambo, el manejo de los corrales (ganaderos, ovinos, caprinos, etc.) y las tareas de siembra y cosecha, entre muchas otras alternativas. Además, los productores de software tienen un acuerdo estratégico con la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones (Apex), para alentar las ventas globales de sus “soluciones informáticas”.
En Brasil, la historia de la agroinformática tuvo sus idas y vueltas. Comenzó a principios de los 90’, con un claro estímulo de Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria), una especie de INTA “verde amarelo”. Pero el impulso se detuvo a finales de esa década. “Es que en el campo había muy poco acceso a Internet”, recordó Alina Cardoso Baribinot, consultora de Softex.
En los últimos años, el boom de las cotizaciones de los granos y el creciente desarrollo de los productos agroindustriales de Brasil volvieron a demandar “soluciones informáticas” para hacer más eficientes, más controlables y más previsibles las explotaciones agropecuarias.
Es lo mismo que está sucediendo en el resto del mundo. Cardoso Baribinot cuenta que los países del primer mundo son líderes. Australia y el Reino Unido tiene a más de la mitad de sus productores “agroinformatizados”. Canadá al 47% y Estados Unidos está a punto de pegar el gran salto.
El 35% por ciento de “los farmers” están acostumbrados a usar softwares para seguir cada detalle en el lote, pero son mucho más los que tienen computadoras y aún no se sumaron a los agroinformática. “El 63% de los productores rurales de EE.UU. tienen una PC y aún no informatizaron su producción”, aseguró Cardoso Baribinot.
El primer paso
Convencer a los productores de la necesidad de subirse al tren de la agroinformática no siempre es fácil. Claudecir Santos (Prodix), que hace diez años que vende softwares para el campo en nueve estados brasileños, le reconoció a Campolitoral que los agricultores suelen tener resistencias para informatizar el proceso productivo.
Es que esto supone reorganizar prácticas que llevan muchos años y que están fuertemente arraigadas en las familias rurales. “Una cuestión que los suele convencer es que los agro-softwares son una herramienta clave para acceder a las más que favorables líneas de crédito que se ofrecen en Brasil”, explicó Santos.
Critter Chilatto agrega que Softex hace mucho marketing para que los productores comprendan el potencial y la necesidad que tiene este cambio. Y como en la Argentina, un factor decisivo son los hijos de los productores. “Las nuevas generaciones están familiarizadas con Internet, lo sienten como un medio totalmente amigable, además entienden lo importante que es incorporar tecnología”, concluyó Cardoso Baribinot.
La tendencia parece irreversible. Las notebooks, las palms y los monitores de rendimiento son las herramientas que ahora necesita un productor eficiente para poder competir en un negocio que se ha vuelto mucho más complejo.
Fuente Diario El Litoral