El agotamiento de los combustibles fósiles es cada vez más cercano. “Esto nos ubica frente al gran desafío que implica ir en búsqueda de fuentes de energía alternativas que puedan garantizar la protección del medio ambiente, y al mismo tiempo generar el impulso necesario para hacer frente a la crisis mundial que la desaparición de combustibles tradicionales podría desatar”, afirmó Miguel A. Campos, secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.
En lo que respecta a Argentina, la diversidad geográfica de este territorio y el desarrollo tecnológico alcanzado por la industria oleaginosa local, brinda la posibilidad de generar nuevas energías alternativas.
En Argentina, la elaboración de biocombustibles puede realizarse a través de la industrialización de grasas animales y de los cultivos tradicionales, como la soja, el maíz, el girasol, el sorgo, y la caña de azúcar, y de los no tradicionales, como el tung, el cártamo o colza.
En todos los casos se podría decir que se está frente a una gran oportunidad: la de favorecer a las economías regionales, aprovechando las excelentes materias primas con las que se cuentan para producir energías alternativas renovables.
Expertos coinciden en afirmar que la elaboración de biocombustibles suma valor agregado a los productos primarios, promueve la creación de empleo calificado, impulsando así, un mayor desarrollo de la economía en su conjunto.
Apoyo oficial
La gran relevancia que ha tomado el tema de los biocombustibles, que pueden producirse a partir de productos de la agricultura y de la ganadería, transformándolos en etanol, biodiesel y biogás, motivó el interés de
En
Por otra parte, en el ámbito del IICA, el apoyo a los países para explorar las posibilidades de producción de biocombustibles se ha establecido como una de las prioridades de su Agenda de Cooperación Técnica. En esta dirección,
Teniendo en cuenta que en
Importancia jerárquica
Los biocombustibles han adquirido una importancia y valoración creciente por razones ambientales, tal como las implicancias de su uso en la reducción de las emisiones de carbono, también por fines económicos, debido a las perspectivas de agotamiento de combustibles fósiles frente al crecimiento continuo de la demanda o la potencialidad del sector agropecuario para posicionarse como fuente de energía, generando inversión, trabajo y valor agregado a la cadena.
Asimismo, existen razones sociales que movilizan el interés por este tema, como la generación de oportunidades para la agricultura familiar y para regiones postergadas; y otras opciones estratégicas, tal como la promoción de “energías de transición” para fomentar las fuentes energéticas renovables, adaptadas a las tecnologías actuales, evitando grandes modificaciones en los motores que utilizan combustibles fósiles.
Desde otro lugar, cabe aclarar que, a ciertos niveles de precios del petróleo, los biocombustibles son competitivos en condiciones de mercado. Sin embargo, la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles y de los productos agropecuarios genera una volatilidad e incertidumbre que restringirían la inversión en medianas empresas.
Así pues, el establecimiento, a través de la ley, de una demanda cautiva es el mecanismo general que han utilizado los gobiernos para asegurar la inversión y el desarrollo del sector.
Por otro lado, en lo que respecta al mercado mundial, se ha venido dando una creciente demanda de energía de países como China e India. Esto, sumado a la perspectiva de agotamiento de recursos no renovables en el mediano plazo y a que los precios del petróleo han ido en alza continuada en los últimos tres años, favorece la mirada hacia los biocombustibles.
Asimismo, se han venido generando una serie de políticas favorables al uso de combustibles renovables en casi todo el mundo:
Los Estados Unidos destinan ya 30 millones de toneladas de maíz, es decir, un 12 por ciento de su producción total, a la generación de etanol, mientras que Brasil, también gran productor de etanol de caña de azúcar, lo hace en proporciones variables según incline su elaboración al etanol o al azúcar, de acuerdo con su conveniencia.
En tanto, el bloque europeo se ha inclinado por el biodiesel, del cual utiliza un 75 por ciento y deja el 25 restante para el etanol. Su programa ha registrado retrasos respecto de sus metas, por lo cual ahora intenta, para 2010, el uso de biocombustibles en el orden del 5,75 de su matriz energética para crecer al 8 por ciento para 2015. Todos estos programas han tenido y tienen subsidios, ya sea por vía de reducción de gravámenes, como en Europa y los Estados Unidos, o por la obligatoriedad de su uso en las naftas como en Brasil.
En lo que respecta al caso argentino, las perspectivas se centran en la utilización de la soja como materia prima y en su destino, para ser usado en el país como carburante y para la exportación.
Fuente: SSNN – Servicio Sudamericano de Noticias