Consumidores internacionales más exigentes respecto de la calidad y la sanidad de sus alimentos están empujando a las cosechas argentinas a ser cada vez más «ecológicas». Fertilizantes, insecticidas, fungicidas, herbicidas y promotores de crecimiento se venden, cada vez más, en su variante biológica, en reemplazo de su versión química.
Consumidores internacionales más exigentes respecto de la calidad y la sanidad de sus alimentos están empujando a las cosechas argentinas a ser cada vez más «ecológicas». Fertilizantes, insecticidas, fungicidas, herbicidas y promotores de crecimiento se venden, cada vez más, en su variante biológica, en reemplazo de su versión química.
Se estima que las ventas de los insumos biológicos para sembrar crecerán 400% en facturación en la próxima década. Así lo indicó a El Cronista Ariel Gohlke, presidente de la firma Novozymes Argentina, para quien la facturación global de estos productos pasará de los actuales u$s 70 millones a unos u$s 350 millones en 2020. En ese escenario la firma Novozymes, que desembarcó en el país el año pasado con un producto biológico para el tratamiento de semillas, planea en 10 años ser una de las firmas fuertes del mercado.
Según Pablo Grosso, director de
Según
El cultivo que más productos biológicos consume es la soja (90% del total), y el principal producto «ecológico» que usa el campo es el inoculante de nitrógeno, un biofertilizante.
Aún así, la proyección de crecimiento futuro, según Gohlke, se explica por la incorporación de más cultivos a la tendencia, como trigo, maíz, girasol y sorgo, además de que habrá otros rubros de crecimiento, como bioinsecticidas y bioherbicidas.
Las dos empresas líderes en ventas de productos biológicos en
Matías Gorski, responsable de Producto Inoculantes de Rizobacter, informó que las ventas crecen a un ritmo de 2% a 4% anualmente por que «cuesta vencer la barrera de desconocimiento». Pero, según dijo, «el crecimiento se va a acelerar».
Pablo Giustetti, gerente de Marketing de Nitragin, aclaró que los productos biológicos aún no son sustitutivos de los químicos, sino complementarios, pero que cada vez serán más demandados en la medida en que se siga prohibiendo el uso de químicos nocivos en la producción de alimentos a nivel mundial.
Julieta Camandone
El Cronista