Se trata de un sistema totalmente novedoso en el proceso de secado para el sector yerbatero. Se caracteriza por generar múltiples beneficios ambientales (utiliza un material -el aserrín- residual, no contamina el aire y evita la tala de árboles hasta ahora destinados a leña), le imprime calidad a la yerba (el método es más higiénico que el tradicional) y seguridad a la tarea.
Las maquinas que posibilitan este proceso fueron construidas por Alberto Kupski, en su taller metalúrgico de Oberá. El proyecto cuenta con la asistencia del PRASY, herramienta que tiene el INYM para apoyar al sector productivo.