Pasado el período de la teta, la mamadera y el primer vasito, los argentinos dejamos el consumo de leche en segundo plano. La merienda se saltea o se llena con una golosina y una gaseosa y como a la mañana se sale a las corridas, con suerte se desayuna un mate pelado o un café recién cuando se llega al trabajo. Este cambio de hábitos tiene su correlato: el consumo de lácteos cayó de
A pesar de que las góndolas de los supermercados desbordan por la sobreoferta de leches enteras, descremadas y fortificadas, los nutricionistas advierten que el déficit es aún mayor: los chicos en edad escolar, los adolescentes y los adultos, consumen un 25% menos de la leche recomendada.
El dato surge de un informe elaborado en el marco del Programa de Agronegocios y Alimentos de
Fuente:Clarín