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DESDE CHILE. Reinstalada en Argentina tras llegar desde Chile, Brutti dijo que en el INTA de Castelar investigará “los balances de carbono y nitrógeno en suelos pampeanos ante el creciente proceso de agriculturización”.
“Hay una agriculturización muy intensiva que está produciendo varios inconvenientes que podrían ser subsanados o amortiguados con algunas metodologías de manejo de suelos que hay que estudiar”, afirmó la investigadora.
El proyecto que lidera Brutti en el Instituto de Suelos del INTA Castelar, en el conurbano bonaerense, procura cuantificar de manera global los balances de carbono y nitrógeno para diferentes regiones y sistemas de producción, fundamentalmente las rotaciones de cultivos y los sistemas de labranza en la región pampeana.
RECOMENDACIONES. El objetivo es conocer la manera en que las prácticas agrícolas pueden tener influencia sobre ellos, a fin de recomendar sistemas de cultivo sostenibles.
“Estoy proponiendo varios sistemas de labranza que el INTA tiene en estudio y voy a monitorear la disponibilidad de carbono y nitrógeno en los suelos como dos elementos pilares indicativos de la fertilidad, tendiente a que los cultivos intensivos se puedan seguir realizando, porque las divisas las necesitamos, pero con condiciones controladas” y en forma sustentable, consideró.
La investigadora junto a otros colegas tuvieron una recepción simbólica en el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, del que depende el programa de recursos humanos, a la que concurrieron los presidentes de
DETALLES.
Brutti sostuvo que “la siembra directa no es mala de por sí, pero hay que observar las rotaciones, que se están usando en los lugares donde hay problemas de agua o de nutrientes; o la intersiembra entre soja y maíz, que podría favorecer una extracción diferenciada de nutrientes; o aquellos fertilizantes que no entorpezcan la fijación biológica del nitrógeno y estudiar otro tipo de microorganismo que ayude al desarrollo de la planta”.
RECIBIDA EN
Las leguminosas se asocian a unas bacterias que están naturalmente en el suelo y forman unos corpúsculos en las raíces (nódulos), que son como máquinas de fijación de nitrógeno del aire que se lo convidan a la planta y, mientras tanto, la energía que necesita esa máquina se la entrega la planta, haciendo una simbiosis.
Del nitrógeno que la planta necesita para completar su ciclo, esa asociación puede aportar entre el 30 al 70%, o sea que es importante optimizar ese sistema, haciendo que planta y bacteria funcionen bien.
PROYECTOS. “El sistema funciona mejor cuanto menos nitrógeno artificial hay en el suelo: si se le agrega mucho fertilizante nitrogenado, se inhibe el funcionamiento…, dijo la agrónoma.
Luego desarrolló diez años un proyecto con la universidad sueca de Ciencias Agrícolas, en microbiología de suelos, para mejorar las tecnologías de identificación de rhizobium, los microorganismos que intervienen en el proceso de fijación.
Por temas familiares Brutti se radicó más tarde en Chile, donde trabajó en dos universidades y fue consultora de dos empresas agrícolas.
Entre lo proyectos que desarrollarán los científicos incorporados al INTA se cuenta un programa forestal en el Delta del Paraná, junto con
A FAVOR. Otros proyectos se refieren al mejoramiento de cultivo de olivo para la región Catamarca-La Rioja, ordenamiento de las cuencas hídricas del noroeste argentino y mejoramiento genético del maíz.
Brutti reivindicó el rol del INTA por brindar un buen ámbito de trabajo e investigación a sus profesionales: “yo pude trabajar, estudiar, viajar, criar a mis hijas en el predio de Castelar, con piscina y jardín, y formarme con excelentes colegas para desarrollar mi labor”, destacó.
Fuente: Telam