La falta de lluvias en el momento crítico de desarrollo de los cultivos fue un factor determinante de los bajos rindes obtenidos por los productores de la zona. El futuro está signado por la incertidumbre, porque la imprevisión climática impide a los hombres de campo realizar una planificación a corto plazo de las próximas siembras. Estiman que los suelos de la región necesitarán, al menos,
La tendencia es clara: la caída significativa en los números finales de la campaña de soja 2008/09 comprometerá aún más el normal desarrollo de la economía regional, apoyada fundamentalmente en los resultados del sector productivo primario.
En el Departamento Chacabuco, con Charata como cabecera, todavía resta recolectar alrededor de un 60% de la superficie sembrada (unas 42 mil hectáreas sobre un total de 70 mil). Así y todo, las pérdidas superarán el 40% y podrían alcanzar al 50% en el final de la campaña, cuando haya sido cosechada toda el área implantada. Además, en lo que va de recolección, el rinde promedio obtenido no supera los 600 kilos por hectárea, lejos de los 1800 kg/ha. que ostenta esta región de la provincia.
Tampoco había sido buena la campaña anterior (2007/08), cuando en esta parte de la provincia y también luego de una serie de inconvenientes climáticos, los productores sólo lograron un promedio de rendimientos de 1300 kilos por hectárea.
El impacto local de la crisis productiva tiene su correlato a nivel país: según estimaciones coincidentes de las bolsas de cereales de los principales centros comercializadores de granos, sólo se cosecharán unas 34 millones de toneladas, un 28% por debajo de la cifra obtenida en 2008.
Inconvenientes por doquier afrontó la campaña de soja 2008/09. Primero, la siembra se retrasó varias semanas, producto de una sequía histórica. Varios productores de la zona recién lograron implantar el cultivo a mediados de enero, en fechas que implicaban a priori- un riesgo de bajos rindes a cosecha.
Pero el clima tenía guardado algo más y volvió a influir de manera determinante durante el ciclo vegetativo de las plantas. Por entonces, faltaron lluvias para acompañar el desarrollo del cultivo.
Ambas condiciones se combinaron, más tarde, para poner en jaque la recolección. Es más, en muchos casos, los productores debieron descartar varios de los lotes sembrados. De ahí que las pérdidas calculadas para la campaña rocen el 50% de la superficie total sembrada.
El balance negativo de la soja se suma a una campaña girasolera terminada en enero pasado donde también los rindes obtenidos fueron los más bajos de la última década. Ese resultado se completó con malas calidades y una superficie 50 por ciento inferior al año anterior.
El acumulado de malos resultados en materia agrícola se hace notar desde hace varios meses en el movimiento comercial de Charata, otrora epicentro de la región en materia de negocios. Los comercios del microcentro acusan el impacto y muchos admiten un funcionamiento al borde de sus posibilidades financieras.
En este marco, se abre un interrogante acerca del futuro de
Fuente: Norte resistencia