Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) afirmó ayer en un comunicado que Brasil cerró su mercado a la harina de trigo argentina, al imponer licencias de importación no automáticas.
La medida, que rige desde el 14 de octubre y tiene efecto retroactivo, frenó todos los embarques en tránsito. «Impusieron esta medida paraarancelaria sin avisar, lo que afectó unas 20.000 toneladas que estaban en viaje y ahora quedaron varadas en puertos y en la frontera», dijo el presidente de la FAIM, Alberto España.
Esa mercadería, que no podrá ingresar a Brasil hasta que sean otorgadas las licencias correspondientes (trámite que puede tardar hasta 60 días, según el empresario), está valuada en unos US$ 70 millones.
«Una vez más, la forma de actuar de Brasil en este tema ha sido inconsulta y fuera de toda lógica, ya que afectará no sólo el comercio futuro de un sector que genera ingresos por US$ 200 millones anuales al país, sino que provocará un perjuicio inmediato a los molinos argentinos por incrementos de costos por estadías y eventuales multas», afirmó España, que apuntó contra «el lobby de los molinos brasileños».
Según datos de la FAIM, la harina argentina concentra sólo el 6% del mercado de Brasil. En los últimos años, por el crecimiento de la demanda brasileña y el precio más barato del trigo en el mercado interno, los molinos argentinos aumentaron sustancialmente sus embarques a ese destino. Brasil fue tradicionalmente un gran importador de trigo, no así de harina.
Ante la reacción de los molinos argentinos por la decisión de la aduana brasileña, ya intervinieron en el diferendo la Cancillería y los ministerios de Industria y de Agricultura. En un escueto comunicado, Industria informó que la ministra Débora Giorgi «ha tomado nota de las medidas comerciales adoptadas por el gobierno de Brasil sobre las exportaciones de productos argentinos».
España recordó que hace un año y medio su sector atravesó un episodio similar. «No es la primera vez que lo hacen; en el conflicto anterior, cuando nos empezaron a pedir un análisis adicional de la mercadería, nos costó casi 9 millones de dólares. Al final, los organismos del Mercosur nos terminaron dando la razón», dijo el empresario.
La urgencia de los empresarios nacionales se debe a que buena parte de la mercadería se encuentra varada en localidades con muy altas temperaturas, como Iguazú o Río de Janeiro, lo que podría afectar su calidad si el diferendo se extiende.