El acuerdo de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Evitadas (REDD por sus siglas en inglés) será parte central de un nuevo protocolo de protección del clima que remplazará al de Kyoto en 2013, difundió Econoticias.
Se trata de un acuerdo que permite pagar a los países en desarrollo o a sus comunidades para que conserven sus bosques, para de ese modo lograr reducir la cantidad de emisiones de CO2 (dióxido de carbono) en todo el mundo derivadas de la deforestación, que es una de las causas del calentamiento global.
Brasil posee la selva tropical más grande del globo, el Amazonas, y las autoridades de ese país anunciaron que quieren reducir la deforestación en más de un 60 por ciento, pero los medioambientalistas piensan que la posición del Gobierno brasileño en cuanto a la protección de bosques no es del todo convincente.
Verde sin fin hasta donde alcanza la vista: ése era, hasta hace unos años, el paisaje de
El Mato Grosso es la frontera exterior de una batalla entre el desarrollo y la preservación de la naturaleza.
Brasil es uno de los mayores productores del mundo de porotos de soja y carne, y la tala de la selva tropical se ha llevado a cabo en este país principalmente para contar con superficies para el cultivo y el pastoreo de animales.
«Existe una mentalidad de ocupación en el Mato Grosso. La gente considera que el bosque es un obstáculo. Hasta acostumbraban a decir que un buen bosque es uno que ha sido cortado», explica Paulo Moutinho, director ejecutivo del Instituto de Investigación Forestal de
Moutinho piensa que un nuevo pacto internacional de reducción de emisiones el acuerdo REDD- podría lograr cambiar esta forma de pensar.
Para Moutinho, en el nuevo contexto climático, la preservación forestal puede generar un valor agregado.
El acuerdo REDD compensa medidas dirigidas a reducir las emisiones provocadas por la deforestación tropical, y crea un mercado de servicios que no se ven a simple vista: el oxígeno y el equilibrio del ecosistema que brinda el bosque.
Así como Brasil exporta soja y carne, también provee de servicios medioambientales al mundo, señala el experto.
En 2010, Brasil prometió reducir la deforestación en un 80 por ciento hasta el 2020, y rechazó la injerencia de otros países para monitorear los progresos logrados.
Thelma Krug, quien negocia el pacto REDD para Brasil, arguye que ese país se ha vuelto líder en el seguimiento y el reporte de la destrucción de bosques.
«En Brasil hemos aumentado significativamente la vigilancia usando sistemas de monitoreo en tiempo real», señala Krug.
Moutinho opina que si no cuentan con un mercado de transacción de carbono, REDD sólo dependerá de las donaciones, y su futuro está en peligro».
«Un ochenta por ciento de
Fuente: Tera