Hace ya varios años que en la comunidad internacional se produce un debate sobre la conveniencia de generalizar o no el uso y aplicación de biocombustibles. Nuestro país, al ser uno de los grandes productores agropecuarios del mundo, no está ajeno a la polémica, ya que la base de esta nueva energía deriva de la biomasa, que está formada en parte por productos y desechos de la agricultura y forestación.
Los biocombustibles se procesan mediante tres métodos distintos: descomposición anaeróbica, fermentación alcohólica y transformación de ácidos grasos. Entre las ventajas que cuentan se pueden mencionar:
-Son menos contaminantes que los combustibles fósiles
-Emiten menos emanaciones de CO2
-Tienen menos agentes cancerígenos
-Aprovechan subproductos de origen agropecuario
-Su producción está alentada por desgravaciones impositivas
Según las estadísticas de la Cámara Argentina de Energías Renovables, la Argentina es el quinto productor mundial de biodiesel y se estima que para fines de 2009 la producción llegará a 1,2 millones de toneladas, cifra que representa el 10% del mercado mundial.
En la industria se habla de tres tipos de combustibles: los de primera generación, que derivan de materia prima comestible, como la caña de azúcar y el aceite de soja. Los de segunda generación, que provienen de materias primas no comestibles y los de tercera generación, que se producen con tecnología de vanguardia y residuos de madera y pastos.
Sin embargo, algunos críticos sostienen que los biocombustibles pueden resultar potencialmente dañinos al ecosistema si no se ejerce un estricto control sobre sus fuentes, en el sentido de que la materia prima provenga de cultivos sustentables. Otra de las preocupaciones es que un aumento en los cultivos destinados a la producción de biocombustibles puede llegar a agotar las tierras arables y desatar una suba exponencial en el precio de las commodities, llevando a un alza progresiva en el costo de los alimentos.
No obstante, las ventajas de las que goza la Argentina, el agotamiento de los combustibles fósiles y el efecto invernadero derivado de su quema hacen que los biocombustibles se transformen en una opción cada vez más atractiva para productores y consumidores.
Fuente: Clarin