Es la más rústica de las hortalizas, y también la más completa. Se destaca, entre otros, por sus altos niveles de compuestos benéficos para la salud con potencial de prevenir enfermedades.
Un recorrido por este cultivo local, desde la perspectiva de Héctor Martí, a través de sus actividades de investigación, su vínculo con los productores, y algunas que otras curiosidades.
“La batata presenta una serie de características que la hacen un cultivo más que interesante para diversos tipos de productores. Puede cultivarse con éxito económico a pequeña y mediana escala; se adapta muy bien a condiciones marginales de suelo y clima, y es un cultivo considerado ‘amistoso´ para el medio ambiente, por lo que se adecua muy bien a sistemas orgánicos o de bajos insumos.”, introduce convencido Héctor Martí, a cargo de la investigación de este cultivo en INTA San Pedro desde hace más de 30 años. Entre sus características más salientes, se destaca por sus altos niveles de compuestos benéficos para la salud con potencial de prevenir de enfermedades. Además, combina propiedades de los cereales, por su contenido energético; y de las frutas y otras hortalizas, por su contenido de minerales, vitaminas, fibra y antioxidantes. Estas peculiaridades la convierten en un producto ideal para ser diferenciado y apuntar a diferentes nichos de mercado, con un rendimiento superior a las 30 toneladas por hectárea; aunque hay que considerar que se trata de un producto altamente perecedero, dado su alto contenido de agua.
El INTA ha desarrollado cultivares de batata como Morada INTA, que dominó el mercado en los años 80, y últimamente ha liberado otros clones, como Gringo INTA y Criollo INTA, estos últimos para la provincia de Formosa, y más recientemente Colorado INTA y Boni INTA, que aún deben ganarse su lugar. También ha probado y difundido materiales extranjeros que han sido adoptados por los productores, como Okinawa 100 en la zona de Corrientes, y Beauregard que se está difundiendo en el noreste de Buenos Aires. Las nuevas cultivares se difunden a través de jornadas a campo donde los productores pueden ver su rendimiento y características. Tal es el caso de la 8va Jornada de Selección Participativa que tuvo lugar en el campo experimental de INTA San Pedro el pasado 14 de marzo; y a la que asistieron unos 15 productores, profesores, colegas y asesores de la zona de San Pedro, Luján y Gualeguaychú. “En esta oportunidad, seleccionamos los clones en el campo junto a los productores y de esta manera complementamos con su visión, nuestro criterio técnico”, manifestó Martí.
Mejoramiento
Desde el año 2004 la EEA San Pedro lleva adelante un proyecto de mejoramiento genético con el objetivo de crear nuevas cultivares de batata. “La metodología consiste en disponer 30 clones, seleccionados por sus características sobresalientes, para que se crucen entre sí”, explica el técnico. Es una actividad que se lleva adelante en un invernáculo y los cruzamientos son realizados por los insectos que llevan el polen de una flor a la otra. Luego, las semillas obtenidas se siembran en macetas y las plantas así originadas son plantadas en el campo para su evaluación. “Anualmente se evalúan entre 3 y 4 mil plantas que son genéticamente diferentes una de otra. Se selecciona aproximadamente el 1% teniendo en cuenta su rendimiento, tamaño de raíces, forma, color, ausencia de defectos y de daño de insectos y enfermedades”. Estas plantas seleccionadas son multiplicadas y evaluadas en ensayos comparativos con variedades comerciales, donde también se evalúa su capacidad antioxidante, y el contenido de compuestos benéficos para la salud humana como los carotenos, fenoles y antocianinas. “Este proceso dura varios años, hasta que al cabo de unos 10 es posible obtener una nueva variedad. El proceso de selección y evaluación a campo se realiza con la participación de los productores, que aportan su visión y suman su aporte para hacer más eficiente el proceso de adopción, dado que cuando es liberada la nueva cultivar ya es conocida por los productores que participaron en su selección”, agrega Martí.
Un proceso complejo
Por lo general las plantas de batata no florecen espontáneamente, por lo que para hacer cruzamientos es necesario aplicar una o varias técnicas para inducir la floración. Las que dan más resultado son el injerto sobre pies de especias afines a la batata, la conducción vertical de la planta  en espalderas o estructuras similares, y el fotoperíodo corto, de alrededor de 12 has de luz. “En la EEA San Pedro se injertan los clones a cruzar sobre una planta pariente de la batata, el ‘mandiyurá’, que es un arbusto que crece espontáneamente en los bajos húmedos del norte argentino. Las plantas así injertadas se conducen verticalmente con ayuda de estructuras de alambre e hilos. Los injertos se realizan en la primavera, y a fines de verano, cuando los días se hacen cada vez más cortos, se induce la floración. Las abejas al visitar las flores en busca de néctar realizan la polinización, y hacia fines de abril y mayo es posible obtener semilla botánica”, explica Martí sobre este proceso.
Curiosidades y desafíos
“Tanto para el país como para nuestra zona, los mayores desafíos intentan alcanzar un producto de calidad de exportación, y generar uno o más productos procesados, de manera de aumentar las opciones de comercialización para el beneficio de toda la cadena”, avanza Martí sobre los desafíos que actualmente presenta este cultivo.
En tanto, la batata está siendo estudiada por la NASA con el objetivo de ser cultivada en el futuro en las estaciones orbitales que serán base de futuros viajes espaciales. “La elección de la batata se debe a sus cualidades nutritivas y de prevención de enfermedades, y a su rusticidad, que le permite producir muy bien en ambientes no óptimos para el crecimiento de las plantas. En este sentido, se tiene en cuenta que la batata es considerada la hortaliza más completa en cuanto a sus propiedades nutritivas”.
Del azar a la pasión
“La batata es una planta extraordinaria por todas las cualidades mencionadas. Es una planta que tiene tanta variabilidad que es posible mejorar cada una de sus propiedades, lo que para los que hacemos mejoramiento genético resulta fundamental”, explica Martí quien si bien no buscó trabajar con esta especie, celebra esta oportunidad que las circunstancias le han posibilitado.
“Yo creo que todos los investigadores sienten pasión por lo que hacen. Para mí no hay nada más excitante que, cuando llega la época de cosecha y se pasa el arado para dar vuelta el cultivo,  ver las nuevas plantas y las líneas que estamos evaluando, siempre con la esperanza de encontrar aquella planta que en el futuro sea una nueva variedad mejorada”, asegura. “Cuando veo que como resultado del trabajo y de la idea original, se benefician muchas personas, es algo realmente impagable. Sobre todo cuando los beneficiados son productores pequeños o personas en situación vulnerable. Eso hace olvidar los bajos presupuestos y  la falta de recursos, y nos impulsa a seguir con nuestro trabajo”, concluye respecto a la satisfacción que le genera su intensa labor.
Fuente: INTA