25 DE MAYO.- Un silencioso pero contundente cambio de paradigma están gestando diversos productores de la Cuenca del Salado en campos con serias limitantes para la implantación de pasturas. De tener lotes con una alta presencia de suelos salinos/sódicos y sólo con pelo de chancho, están pasando a producciones de pasto con resultados que no dejan de sorprender. La revolución la están haciendo con nuevos cultivares de una megatérmica como grama rhodes que, tras avanzar en el centro-norte del país, ahora busca una cabecera de playa aquí y ofrece una nueva oportunidad en la región.
A modo de ejemplo, hoy hay nuevos cultivares de grama rhodes que superan, según resultados de pruebas a campo realizadas por empresas del sector, a anteriores gramas en un 25% más de materia seca y en un 30% más de calidad de forraje medido en proteína bruta. De niveles de 9% se pasó a un 12/13% de proteína bruta en prefloración. La digestibilidad es un 20% mayor. Además, las nuevas gramas se destacan por su adaptación y tolerancia a condiciones de frío, salinidad, heladas frecuentes y eventualmente situaciones de anegamientos. Las nuevas gramas se adaptan a condiciones de bajas temperaturas. Por si fuera poco, son más productivas. Hay mucho mejoramiento genético en juego.
Según recordó Juan José Gajate, asesor privado en establecimientos de la Cuenca del Salado, 11,6 millones de hectáreas, sobre 90,8 millones de hectáreas que conforman los territorios de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y San Luis, están afectadas por algún grado de alcalinidad y salinidad. «En Buenos Aires podemos hablar de 2,2 millones de hectáreas en estas condiciones, son hectáreas que no producen nada», comentó.
En la cuenca del Salado bonaerense se estima que entre el 25 y el 30 por ciento de la superficie corresponde a pastizales halófitos de baja productividad forrajera. Se trata de condiciones donde, por las características de los suelos, las pasturas con mezclas de forrajeras templadas se encuentran con más de un inconveniente.
Pero Juan Ignacio Costanzo, socio del establecimiento Las Lomitas SH, y Martín Kramer, encargado de La Centella , ambos de la zona de 25 de Mayo,en la provincia de Buenos Aires, están apostando a sobreponerse a las limitantes del ambiente con la implantación de pasturas megatérmicas subtropicales tolerantes a suelos halomórficos. Lo están hacienco con el cultivar Finecut, por ejemplo.
«Este era el lote al que menos producción le podíamos sacar; un lote bastante salado con pelo de chancho, gramón, pero ahora este pasto nos cubrió todo», expresó Kramer.
El pasto al que se refiere con la frase lo «cubrió todo» no es otro que la grama rhodes. En el establecimiento donde está Kramer tiene 1000 hectáreas ganaderas, con un planteo de cría e invernada, y en diciembre pasado hicieron 20 hectáreas de grama rhodes Finecut.
Fue un primer paso que continuará este año con la implantación de otras 60 hectáreas .
Un dato entusiasmó a Kramer A fines de febrero pasado, a noventa días de la implantación, en la mayor parte del lote se hicieron rollos, y fueron exactamente siete rollos por hectárea de 600 kilos cada uno. Esos rollos vinieron bien para cubrir un pequeño bache en la alimentación en invierno.
En rigor, al margen de la ubicación de la grama para situaciones limitantes, en este campo están realizando desde hace cuatro años un proceso de mejoras con la implantación de pasturas habituales para la zona. «Ahora vamos a tener más grama; nunca imaginamos que podía llegar a andar acá», señaló Kramer, parado en medio del cultivar.
Después de los rollos, en el campo van a esperar hasta octubre/noviembre para comerla con la hacienda. Algo que llamó la atención al productor fue ver cómo en las partes saladas del lote la grama iba echando los estolones (tallos horizontales que cubren donde no se implantó) hasta cubrir los distintos lugares.
Para Oscar Pemán, de la firma Oscar Pemán y Asociados SA, que viene trabajando fuerte en megatérmicas, el desafío que se abre para suelos con estas condiciones es atrapante. «Lotes con producciones de materia seca de 800 a 1000 kilos por hectárea pueden pasar a producir, implantados con esta pastura y con adecuado manejo y fertilización, entre 7000 y 9000 kilos de materia seca por ha con una calidad de forraje de 12 a 13% de proteína bruta en prefloración. Traducido en carga animal, se pasaría de tener un equivalente vaca cada 5 hectáreas en la situación original de extremada baja producción a 1,5 a 2 equivalente vaca/hectárea con la pastura implantada. Es decir, aumentaría la producción de terneros por ha ente 7 a 10 veces», afirmó.
Según Pemán, la utilización de rollos para trasladar parte de la producción de buena calidad de la pastura en verano a la época de invierno como reserva es una práctica recomendable. Para el técnico, la siembra conviene realizarla en octubre/noviembre y el pastoreo del primer año se recomienda realizarlo en otoño/invierno si la implantación fue exitosa o en la primavera siguiente. «Después no tiene restricciones», indicó. Según Pemán, si se siembra temprano se pueden hacer dos cortes por año. Salvo que los niveles de fósforo y nitrógeno fueran muy bajos, no es necesaria una fertilización inicial. Pero hay una respuesta al uso de fertilizantes nitrogenados que aumenta significativamente la producción de materia seca. En el caso de Kramer no se le puso fertilizante.
Otro caso
Juan Ignacio Costanzo, de Las Lomitas SH, también está entusiasmado con el cambio que está observando con grama rhodes. «Acá era pelo de chancho o grama rhodes; este lote fue improductivo toda la vida», dice. Se refiere a un lote de 10 hectáreas que, en vez de pelo de chancho, ahora tiene 10 hectáreas de grama con la variedad Finecut. «Hicimos 10 hectáreas y vimos que la producción de pasto es monumental; el próximo año vamos a llegar a un total de 40/45 hectáreas», señaló.
Costanzo destacó que la pastura es muy agresiva, ofrece una «adaptabilidad y adherencia a un suelo donde no nace nada», es palatable y que su volumen de pasto es satisfactorio.
El productor estima que, de acuerdo a cómo venga el año, la pastura le va servir como reserva forrajera o pastoreándola con eléctrico.
En este contexto, el establecimiento tiene 350 hectáreas ; 200 son agrícolas y 150 ganaderas. Como particularidad, Costanzo está decidido a avanzar sobre la agricultura. «La idea es colmar la capacidad de la parte ganadera del campo y avanzar sobre la agricultura», concluyó el productor.
Por Fernando Bertello
Enviado especial LA NACION