El manejo de las primerizas hasta el momento del primer destete influye enormemente en su productividad futura y, como consecuencia, en la capacidad de destete a lo largo de su vida. El tamaño de la primera camada está directamente relacionado con el tamaño de las futuras camadas, de manera que lograr que en esta primera tenga muchos lechones puede ser un buen indicador de la capacidad de la cerda implicada para obtener un mayor número de lechones nacidos y destetados durante toda su vida productiva
. El correcto manejo durante los primeros años de vida de las cerdas reproductoras también afectará positivamente a su longevidad, incrementándose así el número de camadas durante su vida, lo cual es un factor clave para maximizar la capacidad de destete.
Hoy en día, las primerizas son extremadamente magras y vulnerables a las deficiencias de la nutrición, el entorno y el manejo. Es fundamental optimizar todos estos aspectos para garantizar que el mayor número posible de hembras jóvenes sobrevivan al primer y posteriores partos.
Si se presta la debida atención a los numerosos factores que favorecen la longevidad y la productividad de las cerdas, el éxito estará garantizado. La información que se ofrece a continuación constituye una lista de control de los aspectos más importantes.
Aclimatación
Si la salud de las nuevas primerizas se resiente considerablemente al entrar en la granja, la productividad a lo largo de su vida se verá mermada. A través de protocolos de aclimatación deberá garantizarse que la exposición a los organismos patógenos ya presentes en la granja sea gradual, para que no se vuelvan clínicamente enfermas. Deberán someterse a vacunas periódicas, según las indicaciones del veterinario.
Entorno
Espacio en el corral:
En una situación ideal, las primerizas deberían estar en grupos hasta el momento de la reproducción, con suficiente espacio para ejercitar y fortalecer las patas. Se recomienda disponer de un espacio mínimo de 1,5 m2 por primeriza, aunque lo ideal sería 2,0 m2. Contar con el espacio adecuado es clave para que las primerizas se estimulen entre sí cuando entran en celo y para que el verraco se pueda mover libremente por el corral durante la estimulación y la comprobación del celo.
Tamaño de los grupos:
El tamaño ideal oscila entre 6 y 8 porque permite mejorar el contacto entre el verraco y la primeriza durante la detección del celo. Si los grupos son grandes se reducen las posibilidades de que el verraco logre el contacto hocico-hocico con cada una y de que identifique a todas las que están en celo. Así pues, el número máximo no debería superar las 10-12 cerdas por grupo.
Pisos:
Con un suelo seco y no resbaladizo se garantiza una buena adherencia y se minimiza el riesgo de lesiones, lo cual resulta especialmente importante durante los procesos de estimulación del verraco y de comprobación del celo. Si es posible, deberá emplearse paja o virutas para mejorar la adherencia en los corrales de primerizas.
Iluminación:
La luz desempeña un papel clave para favorecer el comienzo del estro, pero lamentablemente, en muchas granjas es inadecuada. Se recomienda un período de iluminación de entre 14 y 16 horas al día.
Alimentación antes de la reproducción
Una vez en la granja, las primerizas podrán alimentarse ad libitum o en cantidades limitadas, normalmente entre 2,3 y 2,5 Kg/día. En caso de que estén siendo alimentadas ad libitum, deberán ser restringidas durante 2 ó 3 semanas antes de los últimos 14-21 días antes de la inseminación en que volverán a ser alimentadas ad libitum. Si están recibiendo una alimentación restringida, la cantidad deberá aumentarse hasta 3,0-3,5 Kg durante un período de entre 14 y 21 días antes de la fecha prevista para la reproducción con el fin de conseguir un efecto “flushing” que ayude a maximizar el índice de ovulación.
Durante el período comprendido entre la entrada y el apareamiento se procurará aplicar una dieta que favorezca el desarrollo de las primerizas, con niveles más altos de minerales como calcio y fósforo, que ayudan a fortalecer su estructura ósea.
Estimulación del verraco y detección del celo
Una estimulación eficaz del verraco resulta fundamental para acelerar el comienzo del estro cuando la primeriza se introduce en la nave de producción o cuando se traslada a la zona de reproducción.
En condiciones ideales, la exposición del verraco y la comprobación del celo deberían tener lugar dos veces al día. Deberá dedicarse el tiempo suficiente a aumentar la estimulación de cada primeriza mediante el contacto hocico-hocico con el verraco.
El operario deberá llevar al verraco por el corral para garantizar que esto suceda, al tiempo que debe observar si hay indicios de celo y comprobar si las primerizas presentan reflejo de inmovilidad presionando el área dorso lumbar de las cerdas.
A modo de orientación podemos indicar que los grupos de entre 6 y 8 primerizas deberán permanecer en el corral de 10 a 15 minutos y los grupos de entre 10 y 12 primerizas de unos 15 a 20 minutos. En la ficha de registro se anotará el número de la primeriza que muestre indicios de estar en celo o presente reflejo de inmovilidad así como la fecha. La eficacia de la estimulación del verraco aumentará si las primerizas están alojadas lejos de los verracos salvo, durante el procedimiento de estimulación.
Peso para la reproducción
Con los genotipos magros de hoy en día resulta esencial garantizar que las primerizas no se reproduzcan hasta que no hayan alcanzado el peso suficiente que les garantice reservas adecuadas de proteínas y energía (grasa dorsal) durante todo su primer ciclo reproductivo. De este modo se maximizará el tamaño de la primera camada y aumentará la longevidad y la productividad durante su periodo de vida productiva.
Las investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Alberta han demostrado que el rango óptimo de peso de las primerizas durante su primer ciclo oscila entre 135 y 150 Kg, de forma que en el momento de parir hayan alcanzado los 180 ó 190 Kg.
Fuentes Más Pocicultura.