«La ganadería está en un momento de despegue real», afirmó el coordinador del Programa Nacional Carnes del INTA, Daniel Rearte. «Si bien es importante recuperar el stock que se perdió, el productor debe comprender que el eje es la producción de carne y esto se logra aumentado la eficiencia productiva de las vacas», señaló.
Con el corrimiento de la frontera ganadera a regiones marginales de
«Además, en este momento -continuó Rearte-,
De acuerdo con Fernández Mayer, es necesario adaptar tecnologías con forrajes tradicionales y con alimentos no convencionales para sortear las dificultades del ambiente y generar un sistema productivo sustentable. En esta misma línea, Rearte explicó que «para lograr una dieta balanceada, los forrajes y las pasturas son la base de la recuperación del stock ganadero, tanto en carnes como en leche».
«Existen alternativas a los tradicionales forrajes frescos de calidad -pasturas y verdeos-, los granos de cereal y los forrajes conservados -silajes de planta entera, henos y henolajes- como los subproductos de agroindustria, residuos de cosecha, pastos naturales, malezas -flor amarilla y cardo ruso- y algunas especies arbóreas -como Eucaliptus-, entre otros», expresó el especialista del INTA Bordenave.
Entre las tecnologías que cuentan con resultados promisorios, Fernández Mayer destacó aquellas no tradicionales como los sorgos graníferos diferidos -con niveles proteícos entre 5 y 7%, digestibilidades entre 50 al 60% y fibra (FDN) entre 65 al 70%- y los sorgos BMR -con una calidad superior: proteína entre 7 y 9%, digestibilidad entre 65 y 70% y FDN entre 50 y 60%-.
Fernández Mayer también se refirió a las malezas como «un camino atractivo para transitar», por tratarse de forrajes naturales adaptados a condiciones ecológicas extremas que pueden convertirse en un alimento estratégico, ya sea como integrante principal o complementario y, así, mejorar la dieta de los bovinos en regiones marginales».
En esta línea, el técnico de Bordenave estudió a la flor amarilla y detectó que posee buen valor forrajero y permite que, junto a un concentrado base, el ganado en pleno crecimiento -terneros de 200-
En cuanto a los pastos naturales, se realizaron estudios sobre el perfil nutricional del pasto puna y de la paja vizcachera y se determinó que ésta última posee una mayor composición proteica, que alcanzó un promedio de 13%.
«Las perspectivas son alentadoras -indicó Mayer-, siempre y cuando hagamos una ganadería especializada, profundizando los conocimientos en las diferentes alternativas nutricionales y de manejo que hay disponibles en las distintas regiones de
De todos modos, el especialista recomendó «hacer un uso racional de los recursos locales aprovechando las características nutricionales de estos alimentos y ajustando la carga animal a esta realidad. De esa forma, se podrán sostener los sistemas ganaderos en regiones marginales con resultados productivos y económicos adecuados».
Fuente: INTA