La floración de los cítricos se ha retrasado este año a causa del largo invierno y el mantenimiento de temperaturas relativamente bajas hasta bien entrada la primavera, incluso ahora, pero ese mismo frío invernal ha ayudado después a que se registre una auténtica explosión generalizada de azahar, en todas las zonas y en todas las variedades, lo que parece preconizar, para muchos, que habrá una gran cosecha, recuperando quizá el tonelaje que descendió la campaña pasada.
Sin embargo, algunos expertos señalan que una floración citrícola tan exuberante como esta no siempre se traduce necesariamente en una cosecha extraordinaria, porque jugarán muchos factores, como el abandono de campos y la misma intensidad del proceso. Mucha flor acaba por ser excesiva, se multiplica la competencia entre los brotes y, unos por otros, es fácil que, con tanta abundancia, el cuajado de fruta sea inferior al deseado.
En cualquier caso es evidente que el primer paso para que haya fruta es que, primero, salga flor. Y así está sucediendo. Luego ya se verá su evolución. La temporada pasada se vio precisamente el fenómeno contrario: en infinidad de plantaciones hubo poco azahar, hasta no verse en parte del arbolado, y, lógicamente, después hubo poca cosecha, que se notó sobre todo en las variedades de mandarinas precoces y naranjas de la primera parte de la temporada (navelinas).
Semanas de retraso
Junto a la enorme cantidad de flor que hay en los cítricos (desde luego será buen año para los apicultores que obtienen miel de azahar), otro destacado factor que se da esta vez es el de la tardanza en aparecer, como consecuencia del intenso frío invernal y de la reiteración de temperaturas primaverales con valores bajos. Con muchas diferencias de unas comarcas a otras, el retraso medio puede cifrarse en unas dos o tres semanas. En algún caso, más.
Esto facilitará, seguramente, que haya también una cierta demora en madurar la fruta y en estar lista para el mercado, lo que se notará sobre todo al principio, en septiembre-octubre, aunque en ello influirá cómo sea el verano. Si el calor aprieta igual se reduce el retraso.
Este handicap tendrá una influencia negativa limitada sobre el total de la comercialización, porque al principio de la temporada es poco el tonelaje que sale. En cambio puede tener efectos muy positivos para favorecer un escalonamiento posterior de la oferta, sin agobios por vender cuanto antes, y una prolongación de la campaña de algunas variedades más allá de lo que viene siendo habitual en los últimos años.
En clemenules, la principal variedad del grupo de mandarinas, el retraso evidente (aún no se encuentra en la mayoría de comarcas ni en plena floración) y su mayor escalonamiento favorecerá que se espacie su salida al mercado, prolongándose probablemente durante el mes de enero, cuando viene siendo habitual que las exigencias por vender la fruta antes de que se estropee presionan para terminar cuanto antes, en diciembre, con la consiguiente caída de precios.
Psicosis anticipada
Al contrario de lo que ocurre con la floración de azahar, que viene atrasada, su exuberancia está propiciando que se extienda en el campo una especie de psicosis anticipada, e igualmente exagerada, al suponerse que el proceso determinará unos niveles de producción naranjera que posiblemente vuelvan a recuperar volúmenes excedentarios y dar por hecho que eso se traducirá en precios bajos una vez más para el agricultor.
Sorprende apreciar la capacidad que tienen algunos citricultores para pasar con inusitada rapidez del pesimismo a la euforia, y vuelta al pesimismo, dejándose influir con facilidad por quienes se esfuerzan en sembrar intranquilidad porque vaya a sobrar fruta, o lo contrario en otros momentos. ¿No será más lógico y racional no ir a tanto ni a tan poco y tener mayor sosiego?
Fuente: lasprovincias .es