De acuerdo con un estudio elaborado para NORTE por la ingeniera agrónoma Andrea Kolebak, de la firma Genética Mandiyú, al evaluarse las razones por las cuales creció el área de implante, señaló que este año se dieron lluvias atípicas durante el otoño y comienzo del invierno, lo que permitió acumular agua en el perfil y pensar en la siembra de trigo.
Estiman en 150.000 hectáreas
Hoy, según estimaciones oficiales y de empresas privadas habría unas 150.000 hectáreas de trigo sembradas en la provincia que ya tuvieron una excelente implantación. Incluso este año ocupa superficie que antes era destinada a la siembra de girasol, sobre todo en el sudoeste. “Muchos productores disminuyeron la superficie por sembrar con girasol o lo han quitado de su rotación, por el problema de las palomas, que hacen estragos en el cultivo, tanto al momento de la siembra como de la cosecha”, indicó Kobelak.
Reestructuración agrícola
Desde mediados de la década del 90 la superficie agrícola chaqueña mantuvo una media de 912.400 hectáreas anuales, superándose el millón a partir del año 2000.
Esa etapa estuvo acompañada por una reestructuración productiva y un aumento en la superficie sembrada con productos que tienen un fuerte peso en el proceso de acumulación nacional, en general los cereales y oleaginosas, en detrimento de los cultivos tradicionales regionales.
Si bien en el contexto actual existen cultivos con rentabilidad diferencial como la soja, es necesario proyectar a largo plazo y hallar alternativas sustentables en el aspecto tecnológico-productivo.
El gran avance de la soja sobre la superficie cultivada, al compás de lo ocurrido en la zona pampeana, implicó la adopción de tecnologías utilizadas en las áreas más fructíferas del país.
En este sentido, una tecnología de procesos de bajo costo y fuerte impacto como es la rotación de cultivos con diferentes especies (predominantemente gramíneas), deberá ser tenida en cuenta como una herramienta de suma utilidad.
La incorporación del trigo en la rotación, en esta zona del país, está relacionada con la posibilidad de realizar el doble cultivo con soja, esta última en siembra directa sobre los rastrojos del primero.
En el NEA, el cultivo de trigo está adoptado por los productores, cuando las condiciones climáticas lo permiten, por tener una sostenibilidad económica y agronómica dentro de los sistemas productivos actuales y potenciales.
Cultivo limitado por el clima
Pero la producción de este cereal está fuertemente limitado por la escasez de precipitaciones en invierno, y además, en general no se almacena el agua del verano en el suelo, ya que ésta es ocupada por el cultivo implantado en ese momento, que en general es la soja, el maíz, el algodón o el sorgo.
Si se analizan estadísticas oficiales se puede observar claramente que desde la campaña 2007-2008 la superficie sembrada disminuye vertiginosamente, hasta el punto de no superar las 1000 hectáreas en la última campaña (2009-2010).
Rotación con trigo
La incorporación del trigo en las rotaciones es significativa, ya que aporta materia orgánica a los suelos y realiza una labranza biológica de los primeros 20 centímetros.
La importancia del cultivo del trigo radica en el aporte de dinero al medio en el momento en que no hay otro ingreso, con producción de primicia en la región. Como cereal de porte bajo se complementa bien en planes de rotaciones con otros, como algodón, soja, sorgo, girasol y maíz.
Por ser un cultivo compacto disminuye la evaporación del agua del suelo, mejora la infiltración, reduce la erosión tanto hídrica cómo eólica, controla malezas y, así mismo, aporta con su rastrojo materia orgánica a los suelos, todo esto termina no sólo mejorando las condiciones físico-químicas del suelo a largo plazo, sino que se ve reflejado en el mejor rendimiento del cultivo que le sigue en la rotación.
El consumo de agua para la soja segunda está influido por el nivel de cobertura residual del cultivo anterior, mayor cobertura implica menor consumo. Ésta es una sinergia más de la combinación que permite concretar altos rendimientos en ambos cultivos.
El manejo de cultivares, estrategias de fertilización, fechas y densidades de siembra, control de plagas, fungicidas, etc. se deben ajustar a los distintos ambientes para maximizar resultados. Y para nosotros hay que recalcar que el uso de fertilizantes, es clave para alcanzar buenos rendimientos, ya que la mayoría de nuestros suelos tienen niveles muy bajos de nitrógeno.