Cada 30 de noviembre celebramos el “Día Nacional del Mate”, a partir de la ley sancionada en diciembre de 2014 por el Congreso de la Nación que conmemora el nacimiento del caudillo “Andresito” Guacurarí y pone en valor a nuestra “Infusión Nacional”.
Tomar mate implica mucho más que beber una infusión. Tomar mate es un gesto de amistad, de cordialidad; un sinónimo de encuentro que trasciende edades y estratos sociales. Además, gracias a sus reconocidas propiedades antioxidantes y energizantes, tomar mate también implica incorporar al cuerpo una serie de beneficios para la salud.
Fue precisamente esta combinación de valores sociales, culturales y saludables la que llevó al Congreso de la Nación a sancionar en diciembre de 2014 la Ley 27.117, disponiendo que el día 30 de noviembre de cada año se celebre el “Día Nacional del Mate”, en conmemoración al caudillo Andrés Guacurarí y Artigas, más conocido como “Andresito”. De familia guaraní, “Andresito” nació el 30 de noviembre de 1.778 en Santo Tomé (Corrientes) y gobernó la denominada Provincia Grande de las Misiones entre 1815 y 1819, promoviendo la producción y distribución de la yerba mate.
La norma fue publicada en el Boletín Oficial en febrero del 2015. Y este no es un dato menor, ya que mediante esa legislación se promueve que en todos los eventos y actividades oficiales de índole cultural, se promocione el consumo de mate y por supuesto, también se haga hincapié en la bebida como representativa de las tradiciones nacionales.
Los orígenes del mate
Los orígenes del mate se remontan a la cultura de la etnia guaraní. Las hojas de la planta de yerba mate (Ilex paraguariensis) eran utilizadas por los aborígenes como bebida, y eran objeto de culto y ritual, y moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos prehispánicos: los incas, los charrúas y aún los araucanos a través de los pampas, recibían yerba elaborada de manos de los guaraníes.
Caá en lengua guaraní significa “yerba”, pero también significa planta y selva. Para el guaraní, el árbol de la yerba es el árbol por excelencia, un regalo de los dioses. Tomar la savia de sus hojas era para ellos beber la selva misma.
Los conquistadores aprendieron de los guaraníes el uso y las virtudes de la yerba mate, e hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico desde su zona de origen a todo el Virreinato del Río de la Plata.
Más tarde los religiosos jesuitas introdujeron el cultivo en las reducciones distribuidas en el norte de la Argentina, y Sur de Paraguay y Sudoeste brasileño. Fueron los grandes responsables de que la yerba mate fuera conocida en el mundo civilizado, en donde llegó a conocérsela como el «té de los jesuitas».
Recién en 1903 en Santa Ana (provincia de Misiones) se realiza la primera plantación de yerba mate. Hasta entonces y aún por muchos años, la yerba que se consumía provenía de la selva, de plantas silvestres que crecían en manchones con gran densidad de árboles, llamadas islas.
A consecuencia de la tala de los árboles fue moneda corriente por siglos, se terminó insumiendo por completo el recurso que parecía inagotable. Sólo con las plantaciones sistemáticas, el cultivo de yerba volvió a hallar su lugar en la historia.
La costumbre del mate ha permanecido inalterada desde tiempos remotos y por cinco siglos de historia, arraigándose cada vez más en los usos del sur de Sudamérica y extendiéndose a otros continentes.
Infusión Nacional y muy saludable
El mate es, por lejos, la infusión con más arraigo en el país y por este motivo en el año 2013 el Congreso Nacional la declaró como “Infusión Nacional”.
Los estudios encargados por el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) revelaron que la yerba mate está presente en más del 90% de los hogares y que su consumo – bajo la forma de mate tradicional- aporta al organismo gran cantidad polifenoles, vitaminas del complejo B, potasio, magnesio y xantinas. Los polifenoles actúan como un poderoso antioxidante, que ayudan a aumentar las defensas y a disminuir el envejecimiento celular.
Las vitaminas del complejo B ayudan a aprovechar mejor la energía de los alimentos ingeridos. El potasio y el magnesio son sustancias indispensables para el correcto funcionamiento del corazón.
Las xantinas (cafeína, teobromina) son compuestos que estimulan el Sistema Nervioso Central; es decir, apuntalan al esfuerzo físico e intelectual.
El Mate en el Mundo
Con cinco siglos de historia y más de cien años de cultivo sistemático, la infusión se arraigó, se extendió a lugares impensados.
De la mano de actuales “embajadores” de la talla de Lionel Messi, Nicolás Colapinto, el Papa Francisco y su influencia en los medios y redes sociales, el mate comenzó a ser conocido a escala planetaria.
La yerba mate argentina llega a más de 40 países, con embarques que en los últimos años promediaron los 40 millones de kilos. El caso más emblemático, y curioso a la vez, es Siria que concentra alrededor del 78% de las exportaciones y consume mate cebado. Lo siguen Chile, Líbano, Estados Unidos y España y varios países más, donde básicamente se abastece el “mercado nostálgico” de los argentinos y latinos consumidores de yerba mate radicados en el exterior.
Los secretos de un buen mateAdemás de la yerba preferida, el otro elemento fundamental para comenzar un buen mate es el agua; más específicamente la temperatura del agua.
Por eso, si se pretende una mateada que rinda y con sabor sostenido lo mejor es arrancar los primeros mates con agua tibia, mojando solo la parte de la yerba donde colocamos la bombilla. Después de tres o cuatro cebadas, ya se puede comenzar con al gua más caliente, a unos 75° C a 80° C. En las cebadas posteriores se va mojando el resto de la yerba y así tendremos una mateada rendidora, con todo el sabor de la yerba que elegimos.