14.07.16 Es un dispositivo nacional que permite controlar una de las plagas algodoneras más importantes en América y representa una innovación simple, de bajo costo y ambientalmente segura. El desarrollo del INTA obtuvo la patente en la Argentina y en Colombia.
Considerada una de las plagas más importantes del algodón en América, el picudo fue detectado por primera vez en la Argentina en 1993 y, desde entonces, se extendió a gran parte de la región algodonera del país. Para su monitoreo y control, técnicos del INTA Sáenz Peña –Chaco– desarrollaron un dispositivo nacional de captura masiva para su observación y control a base de feromonas. Una innovación sencilla de construir, de bajo costo y ambientalmente segura. El logro obtuvo la patente en la Argentina y en Colombia.
De acuerdo con Ivan Bonacic Kresic –técnico del INTA Sáenz Peña y creador de la innovación– la nueva trampa de observación mata insectos (T.O.M.I.) desarrollada con materiales nacionales “tiene un costo bajo y es muy efectiva con una capacidad de captura de picudos que alcanza el 68,9 % respecto a las trampas de cono importadas de Estados Unidos”.
Entre las numerosas ventajas de la innovación, Bonacic subrayó que es “ambientalmente segura” ya que el abrojo impregnado de veneno se encuentra dentro de la trampa y fuera del alcance de niños, animales de granja y otros insectos benéficos. Así, se reduce la utilización masiva de insecticidas y favorece el equilibrio biológico natural.
Asimismo, el técnico destacó la simpleza del diseño: “Cada productor puede construir la propia y sustituir, así, las trampas importadas. Sólo se necesitan muy pocos materiales de plomería –un metro de caño de polipropileno, una cupla, un buje reducción, un tapón y un taladro– y algunas botellas de plástico descartables”.
El logro del INTA obtuvo su patente de invención en la Argentina y en Colombia por lo que actualmente los especialistas trabajan en su fabricación industrial y en la elaboración de un protocolo para el correcto y eficiente uso de la trampa en condiciones de cultivos comerciales.
Cuando vale hacer trampa
El picudo algodonero (Anthonomus grandis Boh) es un insecto que se alimenta de los pimpollos de las plantas de algodón y provoca, así, grandes pérdidas económicas al sector. Su gran capacidad de reproducción, corto ciclo biológico y una excelente sobrevivencia exige una adaptabilidad del productor y un manejo de plagas avanzado, como la T.O.M.I..
Se trata de una trampa colorida y cebada con una feromona sintética (Grandlure) que atrae al picudo y conducido hacia un dispositivo de captura masiva diseñada para su detección, monitoreo y control. Una vez dentro, el insecto queda atrapado en el cilindro colector, donde entra en contacto con un insecticida y muere.
La estructura de la trampa es de plástico y consta de tres piezas desmontables: un tubo central que se une a un cono con contratapa, una tapa o cubierta y un vaso cilíndrico con tapón.
El cuerpo central del dispositivo tiene perforaciones por donde emanan las feromonas, mientras que en el vástago central se encuentran las ranuras por donde ingresan los insectos. En el interior de la cámara de captura se encuentra el surtidor de insecticida que actúa por contacto.
Todos contra el picudo: un objetivo renovado
A principios de 2016, las principales provincias algodoneras –Chaco, Santiago del Estero, Santa Fe y Formosa– renovaron por tres años un convenio de vinculación tecnológica –firmado con el INTA en 2009– con el objetivo de generar conocimientos y tecnologías para el control del picudo algodonero.
Entre los logros obtenidos hasta el momento se destacan la selección de aislamientos nativos de hongos entomopatógenos virulentos y efectivos para el picudo. Este desarrollo permitirá disponer de bioinsecticidas para mitigar el impacto ambiental en el control de plagas.
Otra línea de trabajo es el desarrollo de metodología para la transformación genética del algodón, técnica que admitirá modificar genéticamente a las plantas confiriéndole resistencia a plagas, herbicidas, salinidad, sequía o cualquier otra característica deseable.
Asimismo, la inducción al silenciamiento génico es otra de las líneas encaradas desde el acuerdo. Esta tecnología es una de las mayores innovaciones a nivel mundial, aplicándosela también en investigaciones relacionadas a la salud humana.
El Senasa y el Comité Regional del Noreste analizaron la situación del sector citrícola
Se trataron varios temas de importancia para la prevención del ingreso del HLB al país, y sobre el estado actual del Procem en la región del NEA.
Durante un encuentro realizado el pasado 6 de julio en la sede del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), funcionarios del Organismo analizaron la situación citrícola de la Argentina con representantes del Comité Regional del Noreste (Corenea).
En el encuentro se abordaron varios temas de implicancia para la prevención del ingreso del HLB al país: el riesgo del movimiento de frutas sin el cumplimiento de las normativas correspondientes, la importancia del Documento de Tránsito Vegetal (DTV), cuyo objeto es declarar a los agentes del Senasa el origen y el destino de la carga, el fortalecimiento de los puestos de control en ruta y la situación de los viveros en contravención de la Resolución Senasa Nº 930/09.
En este sentido, desde la Coordinación del Programa Nacional de Prevención del HLB se destacó la importancia de seguir con los monitoreos intensivos en las zonas donde se detectaron casos positivos de HLB que ya fueron erradicados.
Por otro lado, se analizó el estado actual del Programa Nacional de Control y Erradicación de Mosca de los Frutos (Procem) en la región del NEA, a través de un balance de la campaña 2015-16, y se realizaron propuestas de futuras estrategias para la campaña 2016-17. En este sentido, se continuará trabajando con el sector público y privado de las provincias de Corrientes y Entre Ríos para el abordaje del control de la plaga durante la campaña próxima.
Estuvieron presentes el vicepresidente del Senasa, Guillermo Rossi, el director nacional de Protección Vegetal, Diego Quiroga, y los directores de Vigilancia y Monitoreo Pablo Cortese y de Certificación Fitosanitaria Martín Delucis.