La información con que se cuenta hasta el momento indica que los impactos productivos, económicos y sociales del cambio climático en la agricultura no serán homogéneos, ya que éste afectará de manera diferenciada en las distintas zonas agroclimáticas del país. En otras palabras, un mismo rubro puede verse afectado negativamente en su rendimiento en algunas zonas y presentar mejor comportamiento en otras.
Un reciente estudio de
Este plan sectorial de adaptación debiera tener seis líneas o programas estratégicos: a) aumento de la capacidad de embalse de agua y mejoramiento de la eficiencia del riego, b) creación y mejoramiento genético de variedades de cultivos, frutales y forrajeras, c) estudio de los nuevos comportamientos epidemiológicos de plagas y enfermedades y reforzamiento de los sistemas de vigilancia y control, d) desarrollo de investigación, innovación y transferencia de nuevas prácticas silvoagropecuarias, e) fortalecimiento de los sistemas de gestión de riesgos, y f) ampliación de las capacidades de los recursos humanos, tanto de los actores productivos como de los técnicos y profesionales.
Distintos antecedentes señalan que en los temas relacionados con el cambio climático los productores sectoriales cuentan con muy poca información, entre otras razones porque ésta se ha ido generando en los años recientes. Es evidente que este déficit debe empezar a resolverse con prontitud. Enfrentar el cambio climático demandará de los productores tomar muchas decisiones, algunas de ellas nada de fáciles. Esta situación requiere que los productores dispongan, por lo tanto, de información de calidad; que participen activamente en la preparación del plan sectorial de adaptación; y que dispongan de los instrumentos de fomento adecuados. Atención especial tiene que darse a los pequeños y medianos agricultores con mayores niveles de vulnerabilidad. Dada la naturaleza y magnitud de lo que estamos hablando, la participación de los distintos actores productivos en el diseño de las diferentes iniciativas de adaptación se constituye en una condición relevante de éxito.
El Estado tiene un rol insustituible en el proceso de adaptación de la agricultura al cambio climático, en al menos cuatro áreas: a) en la generación de información, b) conducción y articulación de planes y programas estratégicos en este ámbito, c) desarrollo de investigación e innovación para la adaptación y d) en la generación de instrumentos de fomento adecuados. La implementación del plan sectorial de adaptación acá esbozado demandará un incremento muy significativo del presupuesto asignado al Ministerio de Agricultura.
La adaptación al cambio climático es el principal y más exigente desafío de la agricultura chilena de las próximas décadas. Si hacemos las cosas bien, a partir de una fuerte colaboración público-privada, debiéramos reducir de forma importante los costos de los impactos negativos y aprovechar sus oportunidades.
En la adaptación y mitigación del cambio climático hay dos grandes y exigentes tareas. Son de la mayor relevancia para el desarrollo exitoso de la apuesta de transformar a Chile en potencia alimentaria y forestal. Los años que vienen serán clave para emprenderlas con fuerza y perseverancia.
Arturo Barrera M. Secretario Ejecutivo Consejo de Cambio Climático y Agricultura.
Fuente: Revista del Campo