29.03.16Aunque el letargo de la economía no tomó por sorpresa a las compañías, algunos sectores han ajustado sus pronósticos a un escenario peor al previsto cuando diseñaron sus planes.
El complejo escenario económico obligó al gobierno a recortar su proyección de crecimiento para 2016, desde 2,75% a 2%. Un opaco desempeño que, en todo caso, sigue siendo superior al que estima el mercado. “La debilidad de comienzo de año sorprendió. Hacia finales de 2015 se preveía algún grado de estabilización de la actividad. Esperamos un crecimiento de 1,8% para este año (bajo el 2,1% registrado en 2015), pero no podemos descartar riesgos a la baja”, afirma Miguel Ricaurte, economista jefe del banco Itaú.
En la antesala del Informe de Política Monetaria (Ipom) que mañana presentará el Banco Central, los economistas prevén que el instituto emisor también ajuste sus estimaciones a la baja. “Pienso que va a establecer un rango de crecimiento de entre 2,5% y 1,5%”, dice Alejandro Alarcón, economista de la Universidad de Chile.
En la cúpula empresarial comparten esa percepción y monitorean de cerca -y con inquietud- la trayectoria de la economía. “Preocupa el modesto crecimiento observado durante los últimos dos años, situación que para el presente ejercicio no va a ser diferente, e incluso puede ser inferior al promedio registrado entre los años 2014-2015. Se estima que el crecimiento de la economía nacional se situará entre 1% y 2%, y lo más probable es que se ubique en un nivel cercano al límite inferior de este rango” para 2016, señala el presidente de la CPC y de la Sonami, Alberto Salas.
Con él coincide el presidente de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), Peter Hill. “Hemos ajustado nuestra estimación de crecimiento para 2016 a un 1,8%, desde el 2,3% que teníamos el último bimestre de 2015. El crecimiento del último trimestre fue extremadamente débil, reflejando un enfriamiento de la economía mucho más agudo del que preveíamos”, dice.
Sin embargo, para el grueso de las empresas locales la situación dista de ser sorprendente. La ralentización económica fue uno de los supuestos con los que elaboraron sus planes para este año y, por lo mismo, varias compañías están “aprovechando” la débil actividad para buscar eficiencias, incorporar tecnología e innovación y optimizar los procesos con el fin de reducir sus costos y elevar la productividad.
Forestales y pesca
Donde las estimaciones indican un ajuste es en forestales y pesca. “A fines del año pasado, proyectamos para 2016 exportaciones por US$ 5.550 millones. Con lo que va transcurrido del año, pensamos que esta cifra debe corregirse un poco a la baja, para cerrar entre US$ 5.400 y US$5.500 millones”, dice Fernando Raga, presidente de la Corporación de la Madera.
Los resultados de este año para CMPC estarán marcados, principalmente, por la mayor capacidad de producción de celulosa de fibra corta, resultado del término de la puesta en marcha del proyecto de expansión en Brasil. “A pesar de la volatilidad observada en los mercados durante estos primeros meses del año, esperamos seguir avanzando en línea con lo proyectado”, opina Hernán Rodríguez, gerente general de Empresas CMPC.
En la compañía del grupo Matte mencionan que el gran desafío para el 2016 es consolidar las inversiones de los últimos años y bajar el nivel de deuda. “Dado lo anterior, nuestro nivel de inversión para este año será considerablemente más bajo que el del 2015 y será destinado principalmente para mantenimiento y mejoramiento de algunas de nuestras plantas”, precisa Rodríguez. Debido a que cerca del 75% de los ingresos de CMPC provienen del extranjero, “esa diversificación es la que nos permite que no dependamos solamente del comportamiento económico de un solo país”, resalta.
En Corpesca, la pesquera del grupo Angelini, ven un sombrío escenario. “La actividad pesquera del norte, en todas sus expresiones -industrial y artesanal- sufre una crisis desde 2015 y que se prolonga en este primer trimestre. Es la crisis más grave de las últimas décadas”, advierte su gerente general, Arturo Natho. Para ilustrar la situación entrega un dato: durante 2015, en sólo cuatro meses la industria del norte pudo operar, y en 2016 aún están en veda voluntaria las empresas. “A lo anterior debemos agregar la incertidumbre regulatoria que pesa sobre el sector”, apunta.
Otra de las empresas donde el panorama es visto como complejo es Iansa. “Vemos una economía más deprimida y una proyección, en cuanto a la demanda de productos, a la baja. A esto hay que sumarle la incertidumbre que genera en la industria de los alimentos la nueva ley de etiquetado y sus implicancias operacionales”, sostiene el gerente general, José Luis Irarrázaval.
El ejecutivo añade que, por ello, han realizado esfuerzos por aumentar la rentabilidad de la producción de remolacha en el país.
El lento andar de la economía también impacta al rubro automotriz, “porque afecta de forma directa el ingreso de las personas y, por ende, al mercado de vehículos livianos y medianos”, dice Gustavo Castellanos, secretario general de la Anac.
Minería, el más golpeado
De todos los sectores, donde más se siente el ajuste es en la minería. En lo que va de marzo, el precio del cobre ha subido 4,8%, pero eso no basta para vislumbrar un cuadro mejor. “Mantenemos nuestra proyección de nulo crecimiento para el sector. La producción de cobre será similar a la del 2015, cercana a los 5.800.000 toneladas”, afirma Alberto Salas, timonel de la Sonami.
Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, coincide en que “el escenario seguirá siendo de precios bajos para el cobre, de producción minera plana y de bajo crecimiento en el país”.
Por lo mismo, los planes de inversión de la industria siguen descendiendo. Según el catastro del Consejo Minero, el monto de inversión asociado a proyectos en ejecución cayó desde US$ 21.347 millones en agosto de 2015, a US$ 15.122 millones en diciembre. Y en el caso de los proyectos en evaluación, el recorte es mayor: de US$ 47.518 millones a US$ 35.879 millones en un año. “Nuestra preocupación es que la reducción de proyectos que podrían entrar en operación los próximos años va a limitar la capacidad del país de aprovechar el siguiente ciclo de recuperación de precios”, plantea el ejecutivo.
Por ello, este año Antofagasta Plc -del grupo Luksic- se focalizará en reducir sus costos operacionales en hasta US$ 160 millones, pese a que podrían registrar la mayor producción de su historia: entre 710 mil y 740 mil toneladas de cobre fino; 245 mil a 275 mil onzas de oro, y entre ocho mil y nueve mil toneladas de molibdeno. Ello, junto al Programa de Competitividad y Costos, permitiría disminuir sus costos hasta “niveles similares a los obtenidos en 2012”, indican en la compañía.
Viñas, optimistas moderadas
Uno de los rubros que mantienen un moderado optimismo es el vitivinícola. En Emiliana, la viña orgánica más grande del mundo y propiedad de la familia Guillisasti, esperan cerrar el año muy cerca de lo presupuestado. La viña exporta en torno al 95% de sus productos y, por ende, el escenario nacional no les afecta directamente en la venta, “sino que más bien en temas más ligados a los costos de producción y obtención de mano de obra calificada”, precisa Cristián Rodríguez, gerente general de la compañía.
En Grupo de Vinos del Pacífico -matriz de Viña Undurraga, su gerente general, Ernesto Müller, estima que cerrarán “entre 2% y 3% sobre el presupuesto, con un desempeño parejo entre el mercado de exportación y nacional”.
Prevén crecer 8% en valor en relación al año anterior, aunque por el lado de la producción advierten que están enfrentando una vendimia 2016 más pequeña a lo proyectado, “estimando una caída de 10% del volumen, lo que pondrá presión sobre los costos”.
(La Tercera