“El primer paso para lograr una alta producción ganadera es generar la mayor cantidad y calidad de forraje posible. Con el uso apropiado de las tecnologías disponibles, el ganadero debe convertirse en un buen productor de pasto”, así lo explicó Marcelo De León, especialista del INTA y coordinador del proyecto nacional Forrajes Conservados, del Área Estratégica Forrajes y Pasturas, en el marco de la 1ª Jornada Nacional de Forrajes Conservados, que se realizará el 9 y 10 de abril en el INTA Manfredi –Córdoba–.
AGREGAR VALOR. Para Marcelo De León, una producción ganadera eficiente, a base de pasturas, define la calidad del producto final.
Pasturas, forrajes y maquinarias son los tres pilares de este proceso que, bien conducido, permite intensificar los sistemas ganaderos con un importante aumento de rentabilidad.
¿Qué se entiende por pastura y qué tipos de forrajes conservados hay en el país?
Los forrajes conservados son una estrategia para producir alimento para el ganado a partir de cultivos agrícolas o pasturas que se cosechan, se conservan y luego son destinados a la producción ganadera. En cambio, las pasturas en general están orientadas a producciones bajo pastoreo y se clasifican según la región en la que se encuentran. La alfalfa es una de las pasturas clásicas –que se usa para la conservación de forrajes– que, junto con las gramíneas templadas, son aptas para la región pampeana; las pasturas tropicales o megatérmicas, son características del Norte y el semiárido del país; y las anuales como los cereales de invierno y verano. Hay una gran variedad de pasturas y sus características nutricionales y de uso están directamente relacionadas con la región en la que se desarrollan.
¿Qué factores deben tenerse en cuenta para planificar la utilización de recursos forrajeros?
La adaptación de la pastura al ambiente –precipitaciones, temperaturas y tipos de suelo– va a definir el tipo que puede cultivarse en cada zona. Una vez que estamos frente a una pastura adaptada, valoramos la producción y la calidad, factores que determinan cuál es su aporte forrajero en cantidad y calidad al sistema ganadero que podemos implementar en cada caso. En base al uso que se le dará, se podrá establecer su manejo. Así, se definirán las épocas de utilización, la carga animal y el tipo de pastoreo a realizar. El objetivo de un manejo adecuado es la planificación del uso de las pasturas, tendientes a obtener una máxima producción animal, económicamente sostenida y compatible con su conservación. La suplementación estratégica y el uso de forrajes conservados son las herramientas más importantes para complementar y mejorar los sistemas pastoriles. Aún así, se requerirá un monitoreo permanente para poder realizar ajustes y adecuar la oferta a los requerimientos nutricionales de los animales.
¿Qué riesgos se enfrentan?
Una vez implantadas, los riesgos están relacionados con las condiciones ambientales a las que deberán enfrentarse: sequía, exceso de lluvias, altas temperaturas y heladas. En este sentido, la producción de forrajes proveniente de las pasturas es muy variable. Esta dependencia da origen al forraje conservado como complemento. En épocas de alta producción es recomendable realizar reservas para poder usarlas cuando la calidad de la pastura es baja. La suplementación estratégica es una alternativa para mejorar la respuesta animal en épocas críticas de invierno. Entonces, si bien el costo aumenta al realizar la reserva o hacer el forraje conservado, el impacto que tiene en el sistema de producción es positivo y beneficioso cuando el recurso forrajero se transforma en un producto final de alta calidad.
¿Qué factores garantizan la calidad de las pasturas?
Una opción es hacer silajes de maíz y sorgo, por su alto potencial de producción de forrajes de buena calidad. Este aspecto es esencial para la intensificación de los sistemas de producción. Para lograrlo, se deben tener en cuenta una serie de factores como la elección del híbrido, el momento óptimo del picado, el tamaño de partículas, el grado de humedad, la compactación y la conservación. Cuando los silajes son utilizados como principal fuente de alimentación, permiten la conformación de dietas muy bien balanceadas con un impacto importante en la respuesta animal. Las principales características de estos recursos forrajeros son su alta producción de materia seca por unidad de superficie, con una elevada concentración energética y alta digestibilidad, aunque son deficitarios en su aporte proteico para cubrir las necesidades de los bovinos, por lo que siempre se deben incorporar proteínas a la dieta.
¿Qué implica la intensificación ganadera?
Implica el mejoramiento de una serie de factores de producción, con el objetivo de lograr una mayor eficiencia en el uso de los recursos, una mayor productividad y, por lo tanto, un mejor resultado económico de las empresas.
Y para alcanzar estos objetivos, ¿qué debe contemplarse?
Los principales aspectos a tener en cuenta son diversos: obtener una alta producción de forraje de calidad, lograr un alto grado de cosecha del forraje producido, cubrir adecuadamente los requerimientos nutricionales del ganado con dietas balanceadas y plantear modelos de producción estables y seguros con sustentabilidad ambiental y económica.
¿Cómo se relacionan las pasturas con la biodiversidad?
Las pasturas son perennes, no requieren reimplantación ni entran en un esquema de rotación. El pastoreo permite que los nutrientes sean devueltos hacia el sistema. Además, las pasturas se incorporan a sistemas como los silvopastoriles, en los cuales los árboles, los pastos y los animales se combinan e interactúan bajo un sistema de manejo integral. Esta nueva alternativa de producción ganadera es cada vez más usual y permite que se mantenga la biodiversidad.
De una época de sequía se llegó a una de lluvia. ¿Cómo fueron afectadas las pasturas por estas circunstancias climáticas?
En este contexto, hay una gran recuperación de las pasturas. Las abundantes precipitaciones no sólo revirtieron el deterioro en varias zonas del país –afectadas por factores como la sequía, la defoliación y el sobre pastoreo–, sino que favorecen significativamente su desarrollo para el invierno.
Como el INTA trabaja también en el agregado de valor, ¿qué papel juegan las pasturas en este proceso?
Uno muy importante, porque en muchos casos el agregado de valor pasa por la calidad del producto que se obtiene, tanto para carne como para leche. Parte de ese valor es el tipo de engrasamiento y ácidos grasos que tienen esos productos. Una alimentación a base de pastoreo presenta beneficios por sobre aquellos sistemas que no contemplan las pasturas, como el engorde en corral o a base exclusivamente de granos. Una producción ganadera eficiente, a base de pasturas, define la calidad del producto final y eso es válido tanto para carne como para leche. El desafío para las empresas ganaderas, es generar modelos alternativos más eficientes, más precisos, que permitan incrementar la productividad con el mejor uso posible de los insumos utilizados hasta ahora –pasturas, suplementos, fertilizantes y genética– para combinarlos adecuadamente según la circunstancia de cada zona y cada establecimiento.
¿Por qué lo considera un “desafío”?
Porque hablar de ganadería implica referirse a los sistemas de producción basados en tecnologías de procesos, en los que resulta difícil visualizar el resultado final, cuantificarlo en el tiempo y verificar cuál es la respuesta a la aplicación de cada tecnología. Sin embargo, en ganadería hay un margen amplio de crecimiento en la medida en que se vayan ajustando cada uno de los componentes del proceso de producción, al utilizar tecnologías de intensificación. Esto es posible mediante la planificación y gestión de los sistemas ganaderos y aplicación de conceptos de ganadería de precisión, cuyo fundamento reside en cuantificar y optimizar la utilización de cada uno de los componentes del sistema ganadero.